
Algunas mujeres advierten un dolor genital durante el coito, que puede sentirse como sensación de quemazón, irritación, puntadas, escozor o molestias vagas al inicio de la penetración o durante el transcurso de la relación sexual; es a lo que se conoce como dispareunia, cuyos síntomas varían en intensidad y duración; y abarcan desde experiencias tenues y cortas, hasta otras persistentes y con mayor fuerza.
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana, constituye una disfunción sexual que, junto con el vaginismo, se agrupa dentro de los trastornos por dolor asociados al sexo.
Una dificultad poco conocida pero muy frecuente, pues se estima que la sufren entre el 10 y el 30% de las hembras. El padecimiento las afecta tanto en el ámbito de la salud física como en el psicosocial; por tanto, tiene un impacto negativo en su calidad de vida.
Un estudio divulgado por la Revista Cubana de Medicina Militar en el 2020, menciona que la incidencia más alta se ha reportado en 22 por cada 1000 para las mujeres de 20 a 29 años de edad. La afección disminuye a partir de la cuarta década de la vida y reaparece después de la menopausia, con la sequedad vaginal por la carencia de estrógenos.
En Cuba está presente entre el 35 % y 40 % de la población general, y ocupa el cuarto lugar en la lista de disfunciones sexuales, refiere también la investigación.
Se clasifica en primaria cuando surge desde el primer encuentro sexual y persiste durante toda la vida; secundaria si se comienza a sentir dolor, luego de años de intimidad satisfactoria; generalizada en el caso de que la sintomatología ocurra con todas las parejas y en cualquier circunstancia; y situacional al presentarse las molestias en ciertas posiciones, tipo de estímulo o compañero específico.
Las infecciones de transmisión sexual, el uso de medicamentos que producen irritación, aridez vaginal o alergia, enfermedades de la vulva, secuelas de cirugías o tratamientos médicos, desórdenes urológicos o neurológicos, incluso el estrés, figuran entre las razones por las se origina la dispaurenia.
Asimismo, el tamaño y grosor del pene y la profundidad de la penetración influyen en la presencia y gravedad de los síntomas.
En el adecuado funcionamiento sexual no solo influyen los aspectos fisiológicos, sino que también intervienen de manera directa cognitivos y afectivos.
De acuerdo con el sitio Infomed, entre las causas sicológicas que provocan la dispareunia se encuentran: desconocimiento de la respuesta sexual; concepciones culturales, en las que se valora y refuerza “la vagina cerrada” y resistencia a ser penetrada, como cualidades femeninas; información sexual deficiente; tabúes religiosos; agresiones sexuales; poco tiempo dedicado al juego amoroso y conflictos en la pareja.
Algunas mujeres sufren ese dolor durante la penetración si la relación no favorece su placer o excitación. Cuando eso sucede, se contrae involuntariamente su musculatura interior y se dificulta el coito; condicionado igual por la falta de lubricación, provocando molestias en esa zona del cuerpo.
Quienes desarrollan la dispareunia , por lo general, tienen episodios de ansiedad y depresión. Experimentan sentimientos de culpabilidad y se sienten insatisfecha con su imagen corporal, lo que genera una baja autoestima.
Por tal motivo, en la mayor parte de los casos, termina por perjudicar el vínculo conyugal. La intimidad se experimenta de manera insatisfactoria y genera temor y malestar en ambos miembros de la pareja.
El sitio web Mayo Clinic sugiere que las parejas pueden minimizar el dolor con algunos cambios en la rutina sexual como probar nuevas posiciones, comunicarle a la otra persona lo que significa una molestia durante la intimidad y prolongar el juego previo a la penetración, para estimular la lubricación natural, o usar aceites industriales.
Sin embargo, la psicóloga y sexóloga española Ana Belén Carmona, explica que las relaciones sexuales son para disfrutarlas y carece de sentido que la mujer sufra. Descartar la penetración no significa renunciar al sexo ni al placer, pues se puede tener una vida erótica plena y satisfactoria sacando el coito del menú sexual.
Cuando existe un problema de dispareunia lo adecuado resulta suspender las relaciones coitales mientras se soluciona la dolencia. Si la pareja presiona e insiste para que tener sexo con penetración, afecta el deseo sexual de quien lo sufre, y se complica aún más la situación de partida.
La desinformación, actitudes negativas y tabúes que subsisten en la sociedad en relación a la sexualidad femenina, en el que las mujeres desconocen su propio cuerpo y en especial sus genitales; constituyen factores que propician la aparición y evolución de las disfunciones sexuales como la dispareunia.
Resulta fundamental, entonces, acudir a un especialista antes situaciones de este tipo. Así como reforzar la educación sexual encaminada al disfrute, ya que la intimidad es una cuestión que atañe a las personas y se necesita que todas las partes implicadas se sientan a gusto dentro de la actividad erótica.