Movilizar recursos propios para producir alimentos

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Por Juan Farrell Villa | 24 febrero, 2022 |
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FOTO/Luis Carlos Palacios

El autoabastecimiento municipal hasta nivel de comunidades, señala un camino en busca de la soberanía alimentaria y la educación nutricional, presentada hace algunas jornadas como plataforma  del plan nacional (SAN).

Su repercusión directa en cada parcela, patio y familia, la cual, de acuerdo a sus posibilidades, no puede quedar ajena al imperativo de producir lo necesario para alimentarse.

Aunque lejos de satisfacer las necesidades, demuestra cuánto puede aportar en esta etapa compleja y difícil, en la que se integran a la Estrategia de desarrollo económico y social aprobada para enfrentar la crisis provocada por la Covid-19 y el recrudecido bloqueo del Gobierno estadounidense.

Si bien Granma ha avanzado en cuanto al crecimiento de hectáreas sembradas en las más recientes campañas de primavera y frío, esta última en la recta final, existe un considerable número de asentamientos a los que hay que llevarle comida, incluso a localidades de mayor cantidad de habitantes.
Potenciar la entrega de más tierras,  hoy vacías, en la periferia de los territorios, en pos de fortalecer la producción agropecuaria integrándole ciencia, y llevando hasta allí, el fomento de una creciente cultura agrícola y culinaria, resulta imprescindible para lograr ese objetivo.

Asimismo, involucrar más a las personas en los barrios  urbanos y rurales con la plantación de cualquier pedacito u otro espacio que lo permita, destinado al autoconsumo, que garanticen las recolección de hortalizas, vegetales y condimentos frescos, además de frutas y plantas medicinales, muy demandada en este tiempo de pandemia.

Construir y desarrollar sistemas alimentarios locales soberanos y sostenibles es una prioridad política, económica y social, que ha cobrado auge, y nuestra provincia  no es excepción, con innumerables   experiencias  en el llano y la montaña, que reclaman su generalización.

Por mencionar alguno, recuerdo el trabajo dirigido al autoabastecimiento en zonas como el consejo popular de Victorino, de Guisa, en el que se utilizan los terrenos disponibles, no obstante la abrupta geografía, para cultivar pepino, habichuela, berenjena, pimiento, ají chay y cachucha, quimbombó, zanahoria, rábano y chayote, entre otros con tremenda calidad.

Allá en lo más intrincado de la montaña, en instalación rústica  de semiprotegidos, plantaron hortalizas de hojas, como la lechuga, acelga, al igual que tomate, y continúan  con el cultivo de plantas condimentosas en cantidades que facilitan sus envíos para abastecer a la ciudad.

El Plan SAN va más allá, persigue que todas las producciones sustituyan importaciones, cumplan con los requisitos de la inocuidad y diminución de las pérdidas y desperdicios de alimentos.

La soberanía alimentaria y la educación nutricional conllevan la proyección de un programa de desarrollo, que sea capaz de movilizar los recursos propios, teniendo en cuenta las afectaciones de la crisis económica en el contexto actual.

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