
Por su elevada productividad, los dúos formados por Miguel González Solano y su hijo Yoanis, y Antonio Centeno Rondón y Rolando Vega Tamayo, son calificados “combinadas humanas”.
Ellos cortan caña manualmente en campos de la unidad básica de producción cooperativa (Ubpc) Carlos Manuel de Céspedes, de la empresa agroindustrial azucarera Bartolomé Masó Márquez, en el municipio de igual nombre, perteneciente a la provincia de Granma, Cuba.
La norma establecida para una jornada es de 5.32 toneladas de cañas cortadas por pareja y las mencionadas promedian tres toneladas.
-¿Cómo lo consiguen?
-“Empezando temprano, para aprovechar la fresca, manteniendo el ritmo, porque si te apuras demasiado cuando caliente el sol te agotas”, explica Miguel González. Su compañero, de 24 años de edad, añade que él le sigue el paso al padre.
Rolando Vega Tamayo, por su parte, expresa: “Para tener un buen rendimiento hay que aprovechar bien la jornada, no perder tiempo y mantenerse constante en el tajo (hileras de tallos a derribar)”.

A ese tipo de corte de la gramínea se le define para normas técnicas. Consiste en pasar la mocha de arriba hacia bajo de los tallos, para desprender sus hojas secas, después separar estas e hierbas, si las hay, del tronco de los plantones, cortarlos a ras de tierra, quitarles, con la mocha, el cogollo y lanzarlos hacia atrás del cortador.
Luego vienen alzadoras que izan las cañas apiladas para depositarlas en las camas de camiones o carretas, que las trasladarán al central azucarero Arquímedes Colina, de Mabay, en Bayamo, si son para molerlas, o al banco de semilla de la empresa agroindustrial azucarera masoense, en caso de estar destinadas a ser sembradas en él.
La Ubpc Carlos Manuel de Céspedes es cañera, tiene 107 miembros fijos, a los que en el actual período de corte se suman 46 contratados.
El presidente de su Junta Directiva, Pedro Rosabal Aristiguí, explica que para la actual zafra azucarera dicha base productiva tiene contratada la venta de cuatro mil 947 toneladas de caña para ser molidas en el Arquímedes Colina, compromiso ya superado.
“Pensamos llegar a las seis mil toneladas, estaremos cortando mientras haya caña en pie y el central esté moliendo, para contribuir a la economía del país”, enfatiza Rosabal Aristiguí.
El corte manual de caña es un trabajo duro, si los brazos y manos no están protegidos con mangas largas y guantes, las hojas de la planta pueden cortarlas como un bisturí; en días cálidos, la temperatura en medio de un cañaveral es muy elevada.
Sin embargo, quienes lo realizan le cogen cariño, como Miguel González Solano, que ha perdido la cuenta de en cuantas zafras por encima de 25 ha sido machetero. Igual les sucede a los demás cortadores de la Ubpc citada, a los cuales se suman los 16 integrantes del pelotón de corte mecanizado de la entidad.
Para en venideras contiendas disponer de más materia destinada a ser molida, la Carlos Manuel de Céspedes proyecta sembrar de caña este año 200 hectáreas e incrementar las producciones del módulo pecuario que posee, en el que destaca contar con 500 cabezas de ganado, destinado en lo fundamental a la producción de leche.
“Samuráis” de cañaverales, que le entran al corte de frente y sin miedo al sol y el calor, tiene la cooperativa masoense que con su quehacer rinde honor en cada sudorosa jornada al patricio cuyo nombre lleva.