Los cubanos somos una especie humana diferente: ocurrentes, decididos, dicharacheros, hábiles en el lenguaje, rápidos de mente y musicalidad en la sangre, que nos tornan la vida más placentera.
Hace poco, cuando entraba a uno de los mercados agropecuarios de Bayamo, escuché en bocina portátil con bluetooth el tema musical Habla, matador, muy difundido por estos días entre los jóvenes.
Inicialmente, me pareció malintencionada para amplificarla a la entrada de un mercado, y hasta lo relacioné con los desmedidos precios que exhiben las tablillas de esos establecimientos.
La letra era sugerente:
-¡Ese chamaco es…bonito, apuesto y todo lo demás presupuesto…!- se escuchaba por todo el local.
Dejé atrás la algarabía juvenil y avancé al interior del comercio, mientras deslizaba suavemente la mirada por los cartelitos anunciadores; jamón viking 240 pesos la libra, macho asado 320…
En ese momento recordé la letra de aquella canción inicial que decía:
-¡…bonito, apuesto y todo lo demás presupuesto…!
No obstante, proseguí el recorrido, respiraba con profundidad a cada paso para aliviar el estrés, aguantar la acalambrada billetera y hasta recordar el popular jueguito infantil de los escondidos.
Compré dos jabitas de nylon, por si acaso, y me dije:
-Echaaa…-pensando en el personaje del carretillero Basilio, interpretado por el actor cubano Bárbaro Marín.
Solo unos pasos y otro chuchazo al mentón, esta vez propiciado por uno que pregonaba su producto entre los concurrentes:
-¡Alaba‘o…! 20 limones 300 pesos- grité para que me oyera.
-Socio, esto es oferta y demanda- expresó con cara de pocos amigos.
Como el ánimo personal no estaba para discutir y seguía sin entender por qué si crecen algunas cosechas, también lo hacen
los precios… salí del mercado.
Cuando la situación se tornaba asfixiante, una voz alentadora devolvió el alma a mi cuerpo:
-En la otra cuadra están vendiendo picadillo de pollo a 110 pesos
el quilo y condimentado, dicen que está buenísimo- Y allá partí.
En pocos minutos llevaba en brazos aquel trofeo de guerra, a la salida del establecimiento otro coterráneo tarareaba la vieja canción popularizada por Rubén Blades:
-La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida…
Habla matador… Excelente artículo…