Para Sandra Paneque Hernández las crías pequeñas de los animales por ella atendidos, son sus bebés, dice con sonrisa tímida.

Si ve “tristón” a un gazapo u ovino de pocos días de nacido, lo acomoda en su regazo, le pregunta qué le pasa, acaricia con una mano y alimenta.

Sandra es, expone, “la encargada de cuidar los animales, alimentarlos, darles agua y limpiar las naves” del módulo pecuario Celia Sánchez Manduley, de la Unidad Básica de Producción Cooperativa (Ubpc) Calixto García Íñiguez, de la empresa agroindustrial azucarera Bartolomé Masó Márquez, en el municipio de igual nombre en la provincia de Granma, sureste de Cuba.

Dichas instalaciones, enclavadas en el lugar nombrado San Antonio de Baja, son de madera y techos de guano de palma real, en las que además de las especies de animales antes mencionadas hay, también, patos, gallinas, ovinos y cerdos.

Las producciones de ese módulo pecuario son destinadas al autoabastecimiento de los 124 asociados a la susodicha Ubpc, quienes atienden 862 hectáreas sembradas de caña de azúcar y 56 ha dedicadas al cultivo de arroz, yuca, boniato, plátano, calabaza, maíz y árboles frutales, de las que una parte son vendidas a las empresas de Acopio y Ecazúcar.

Argelio Gutiérrez Domenech, presidente de la base productiva referida, dice que el propósito de esta es incrementar la cantidad de naves del módulo pecuario Celia Sánchez Manduley y en consecuencia sus producciones, y crear otro.

Aparejado con las acciones para aumentar las áreas plantadas de caña, la empresa azucarera Bartolomé Masó prioriza el desarrollo de módulos pecuarios en sus bases productivas, para contribuir a satisfacer necesidades de sus trabajadores y a la autonomía alimentaria local.

Para conseguir ese loable objetivo cuenta con personas como Sandra Paneque quien es feliz, asegura,  “al ver a mis a animales bien alimentados y contentos”.