Sanadores sin fronteras

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Por Yelandi Milanés Guardia | 3 junio, 2022 |
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A la izquierda Lázaro Alarcón Gonzaléz y a la derecha Carlos Reyes Remón/ FOTO Rafael Martínez Arias

Carlos Reyes Remón y Lázaro Alarcón González son dos medialuneros que han sido protagonistas de importantes combates en el terreno sanitario, no solo en su amada Cuba, sino en otros países que han reclamado el concurso de sus esfuerzos.

El primero de ellos, se inició en la Enfermería de casualidad, pues antes de desempeñarse en esa labor era Operario Eléctrico del policlínico Raúl Podio Saborit.

Afortunadamente, pertenecía a la Cruz Roja Internacional y por su dedicación en el trabajo le ofertaron la carrera, cuyos estudios concluyó en el 2009, año en el que lo ubicaron en la zona intrincada de Vicana Arriba.

Mientras trabajaba en el cuerpo de guardia del referido policlínico, reapareció la terrible enfermedad del Ébola en África occidental, y le informaron que preparara condiciones para viajar a La Habana, pues luego marcharían al continente africano, a enfrentar la crítica situación.

“Estuvimos alrededor de un mes en varios centros de investigaciones de la capital cubana, donde nos enseñaron las características del padecimiento y la forma de combatirla. Luego retornamos a nuestros hogares para despedirnos de los familiares, porque sabíamos que era una misión de vida o muerte”, rememora Reyes Remón.

“Entre otras prioridades, la más importantes era cortar la cadena de transmisión, para que no se propagara por el resto del mundo. Si lo comparamos con la Covid-19, esta generó una gran cifra de muertos, pero no tiene la agresividad del Ébola. Además, con solo caerte unas gotas de saliva o sudor te contaminabas.

“Yo estuve en Sierra Leona por alrededor de ocho meses y transcurrido ese tiempo, los 265 cubanos logramos reducir la mortalidad a cero. Salvamos un promedio de cuatro vidas por cada uno. Allí vivimos momentos difíciles; por ejemplo, entrar al área roja para atender a 10 niños, y luego de una hora, tener que cerrarle para siempre los ojos a cuatro o seis.

“Cumplimos la misión solos, porque los médicos de ese país, al ver que se complejizó la situación, nos dejaron a la deriva. Nosotros inmediatamente variamos el protocolo para combatir el Ébola, lo cual nos dio grandes resultados, pues anteriormente se enfrentaba con una pastillita, y comenzamos a realizar la asistencia por la vía endovenosa, lo cual nos permitió resolver la situación y llevar a cero la transmisibilidad.

“Por causa del coronavirus viajé a México, en la segunda avanzada del contingente internacional especializado en situaciones de desastres y graves epidemias Henry Reeve. Laboré en el Estado de Veracruz, con toda la nobleza y sensibilidad que caracteriza a los profesionales cubanos de la Salud.

TRES PAÍSES HAN CONOCIDO SU ESMERO

Lázaro Alarcón González comenzó en la Enfermería a los 21 años y ya suman 58 las vueltas enteras al almanaque. Su primera misión internacionalista de dos años fue en la República Bolivariana de Venezuela, luego cuando reapareció el Ébola en África occidental, partió como integrante del contingente Henry Reeve hacia la zona de Liberia. Posterior a la irrupción en el orbe de la Covid-19, integró la primera avanzada enrumbó hacia la región de Lombardía en Italia.

Sobre su vivencia expresó a La Demajagua: “El coronavirus y el Ébola son mortales y altamente contagiosos, además estas enfermedades las enfrentamos con un conocimiento básico, pero fue realmente en el combate diario cuando aprendimos las características y la mejor forma para tratar a los pacientes y salvar vidas. De esas experiencias surgieron muchos protocolos que hoy aplicamos.

“La actual pandemia, surgida en el 2019, es muy contagiosa pero menos letal que el Ébola, porque esta última provoca una fiebre hemorrágica que causa la muerte en unas 72 horas. Cuando llegamos a Liberia estaba devastada por el aumento de muertes; muchos de los profesionales de esa nación también habían abandonado la nación. Pero, afortunadamente, luego de transcurridos seis meses pudimos retirarnos con la satisfacción de dejar en cero la mortalidad.

“En el caso de Italia nos adecuamos muy rápido a sus protocolos médicos, aprendimos de los italianos y ellos de nosotros. En la ciudad de Crema, que fue donde específicamente yo laboré, en dos meses se decretó cero pacientes positivos a la Covid-19.

“Luego nos mantuvimos atendiendo a los convalecientes, y era muy gratificante ver con qué alegría respondían a nuestro trato afectivo y humano”.

Asimismo, Alarcón González también contribuyó a la recuperación de los enfermos del SARS-CoV-2 en el territorio de Ciego de Ávila, cuando los números de casos se dispararon.

Con tan buena hoja de servicios no cabe dudas que ambos enfermeros aman su profesión y se sienten identificados con el dolor humano, por ello hoy guardan -como reliquia- la orden Lázaro Peña que recientemente recibieron por sus extraordinarios méritos laborales. No obstante, su mayor premio

-afirman- es el agradecimiento que tanto en Cuba como en otros países, recibieron de las personas que ellos lograron arrebatarles a la muerte.

 

 

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