
Con apego a la imparcialidad, el incumplimiento de la zafra en Granma era esperado, pues concurrieron varias circunstancias adversas para agroazucareros y municipios donde están asentados.
Si los efectos de la pandemia de la Covid-19 habían dicho: estoy aquí, la omnipresencia del bloqueo frenó o minimizó abierta o solapadamente la entrada de piezas, agregados y combustibles.
Esas son las principales causas de que solo pudieran moler los centrales Enidio Díaz y Bartolomé Masó.
El plan técnico económico granmense llega solo al 54 por ciento de cumplimiento, con el 44 de aprovechamiento de la norma potencial (ANP).
El ingenio de Ceiba Hueca cubre su compromiso al 66 por ciento, con el 50 por ciento del ANP, mientras el bayamés Arquímides Colina llega solo al 35 por ciento del plan, con 36 del ANP, ¡agria realidad!
Golpea la falta de financiamiento para recursos de zafra, pues solo se pudo asegurar alrededor del 25 por ciento de tuberías, laminados, baterías, neumáticos, partes y agregados de la mecanización y el transporte y los efectivos herbicidas hormonales para el control de enyerbamientos “bellacos”, como el bejuco. A partir de abril, la falta de combustible no dio tregua.
Los principales conceptos a tener en cuenta para garantizar las reparaciones están en minimizar las carencias de recursos necesarios para asegurar la tarea, astutamente ir a lo puntual sin descuidar el resto.
Apremia poner talento y creatividad a tope para el incremento en la fabricación y recuperación de piezas, buscando alternativas, protegiendo y guardando aquellos componentes en todas las áreas, para que no tomen “otro rumbo”.
Tarea de primer orden es preservar la calidad y buscar alto rendimiento para recuperar la producción de caña; proporcional a la calidad será la zafra necesaria.
El éxito está en seguir la tradición: planificar la campaña con las cañas quedadas, después, con las variedades de madurez temprana, e incorporar el resto de las variedades, especialmente las más azucareras.
La primordial siembra de caña también estuvo al borde del knock out por las carencias derivadas del bloqueo, reiteramos, y las inclemencias climatológicas.
El buen ritmo de plantación de la gramínea decayó en abril. Los cañeros rozaban el cumplimiento, pero no llegaron a la meta.
En mayo, solo lograron el 40 por ciento de lo estimado y junio, está tremendamente afectado por el diésel.
Alentador: la provincia cuenta con el 106 por ciento de la tierra en movimiento del plan de primavera. Grito de Yara, con el 81, es la única empresa aún sin roturar lo que le toca.
Al plan de siembra aún le falta un duro trecho.
¿Qué hacer, cruzarse de brazos? “Eso jamás”, dirá cualquier trabajador del sector dulce.
Bueno, con las cañas quedadas y otras, empezar la zafra venidera más temprano para, con la fabricación de mieles y rones, buscar el financiamiento.
Según especialistas, eso “va a un modelo de negocios que sale de lo tradicional” y sí es posible en cuanto los ingenios estén listos, la maquinaria arrancará para concretar estas producciones.
Esto en Granma no es inédito, recordemos la hazaña de los riocautenses de Grito de Yara, quienes, con trabajo voluntario, se labraron su financiamiento e hicieron zafra cuando no estaba planificado, el arrojo demostrado llamó la atención y la aprobación del otrora Ministerio del Azúcar.
Urge estimular el movimiento millonario y todo lo positivo que atesoran los azucareros, paralelamente con el empleo de las 93 medidas que emprende Azcuba para recuperar el sector, sobre todo las financieras y la creación de colectivos.
A pesar de los pesares, la convocatoria de trabajo y esfuerzo que se haga a los azucareros obtendrá una respuesta ancestral entre ellos: “dispuestos pa´lo que sea”.