El primer ser humano que se creyó importante o fue consciente de sus frustraciones y las achacó a otros, “inventó” el acoso. Cuando este es magnificado, gracias a internet y las redes sociales deviene ciberacoso, o ciberbulling.
Los padres deben discernir si sus hijos incurren o sufren las prácticas del acoso y obrar en consecuencia.
Tan pronto como los chicos comiencen a usar internet los progenitores han de inculcarles un actuar responsable, para evadir en gran medida el contenido inapropiado.
Es medular no compartir contraseñas e imágenes inapropiadas, pues eso es caldo de cultivo para el bulling.
Si un adolescente es hostigado, el remedio santo es bloquear a los atacantes de inmediato e informar a padres o tutores.
Guardar los mensajes ofensivos sirve de evidencia para tener una prueba si el bullying continúa.
El uso de medios de comunicación digital para irritar, entristecer o atemorizar, generalmente sin misericordia es un pecado de “lesa personalidad”.
Si recibimos frases hirientes, publican sin nuestro consentimiento fotos o videos en las redes sociales y nos crean rumores, estamos siendo ciberacosados.
El cobarde abusador se esconde detrás de un compincheo tan “gallina” como él.
Todos podemos ser afectados, especialmente niños y adolescentes, personas vulnerables por sus diferencias, comunidades enteras, e incluso a países en su conjunto.
Llueven ejemplos: la robusta Juana-Brígida compartió fotos con su novio; pero él, traidor, las difundió en la red, los ataques la estresaron tanto que hasta pensó en poner fin a sus días.
Mientras, perseguidores y cómplices disfrutaban, y mire qué curioso ¡entre ellos había chicas y chicos con características físicas similares a “Juani”!
Maniabón Pérez tuvo en vilo a los habitantes de un poblado cubano durante algún tiempo, hasta que Facebook bloqueó su cuenta y las autoridades locales tomaron cartas en el asunto… pero todavía resuenan sus enredos.
¿Y nuestra Cuba? desde siempre sufrió los ataques de la prensa occidental y ahora ve arreciar la malicia, con apoyo de vilipendiadores internos y externos.
Aunque la legislación cubana acomete acciones incipientes, solo su fortalecimiento pondrá en apuros a los calumniosos.
Hace un tiempo con ceguera total, muchos negaban estos hechos en Cuba y sí ocurren. Ello exige desmenuzar el asunto hasta la saciedad, pero queda mucho por hacer.
Son frecuentes las presiones a figuras públicas, a quienes se les ofende o descalifica, y de ello es muestra la embestida a conductores de programas como Hacemos Cuba y Con Filo por la carga de verdad que duele a los enemigos de la Revolución.
Con la reciente aprobación del Decreto Ley 35, se lleva por primera vez a una norma de rango superior hechos como el ciberacoso, el engaño pederasta o la difusión de pornografía.
Ante un incidente de ciberseguridad, las personas pueden informar a las oficinas de seguridad de redes Informáticas en cada territorio, o a la Fiscalía General de la República.
Estos procederes dejan una huella, probatoria para ayudar a detener el abuso según su tipo y magnitud; cuando esa utilización de las redes lesiona el honor de otra persona, entonces puede constituir una figura delictiva, tengámoslo en cuenta.
Nadie está exento de ser objeto de la maldad oculta tras un dispositivo. El contraveneno es la información sobre nuestros derechos, el cuidado al interaccionar en las redes con desconocidos y la actitud inteligente y de denuncia que cada caso merece.