
El precio y la calidad conforman un factor clave en la comercialización de productos agropecuarios como fase intermedia entre la producción y el consumo.
Su unidad indisoluble adquiere particular importancia y creciente protagonismo en las condiciones actuales, cuando existe la facultad en instituciones y la red de mercados para bajar los precios si aumenta la producción o disminuye la calidad.
Sin ser absoluto, existen buenos ejemplos en la provincia de Granma, pero en general carecemos de una cultura en la venta por calidad y apremia seguir trabajando aceleradamente en crearla.
Identificamos con agrado cuando en los estantes aparecen beneficiadas las viandas y los granos, más llamativos, y las calabazas enormes son fragmentadas por los comerciantes, sin obligar a comprarlas enteras, pues los costos la alejarían del bolsillo.
Si el producto “acaricia” la vista, el cliente pagará con gusto como lo máximo, pero no incurramos en el engaño; no es lo mismo vender de primera que de tercera; en el primer caso, la ganancia es mayor y hacen quizás resistencia a bajar los precios.
Sin embargo, una realidad nos golpea al presenciar pérdidas del producto. En plena etapa de hortalizas ajíes pimientos cuales fueron a parar, en volumen considerable, a supiaderos (colectores de basura) del reparto Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo.
Incluso en ese caso se pierde mucho más al dejar podrir parte de la mercancía, a lo que pudiera aplicarle el conocido refrán “del lobo, un pelo”, como me comentó una vecina jubilada al conocer del asunto.
Es ley la existencia de más de un importe, porque también hay más de una calidad; por eso urge desatar el nudo en torno a la cuestión que, no pocas veces, afecta al consumidor y a la propia política diseñada por el país.
Mientras, el Decreto 35 de 2021 de Consejo de Ministros y la Resolución 320/2021 del Ministerio de Finanzas y Precios busca estimular la vocación comercializadora y de gestionadores, porque entre menos intermediarios, es mejor; suben los ingresos del productor y la calidad de sus productos para dar satisfacción a la población.
Asimismo, se insiste en la necesidad de ofrecer productos con valor agregado y que lleguen a los mercados de Acopio, de otras empresas y puntos de venta de cooperativas, la máxima calidad y una mejor presentación.
Por otra parte, enfrentar los precios inflados o abusivos, resulta otra arista del problema, ante una situación que se torna cada vez más cotidiana, al punto de sobrepasar los límites máximos en la comercialización agropecuaria y que exige de un accionar riguroso y permanente de la Dirección de Inspección y supervisión del Gobierno junto al pueblo.