
Marta Beatriz Pelegrín Parada, quien reside desde hace muchos años en el reparto bayamés Viviendas Campesinas, es de esas personas que con un gesto, una palabra ilumina el peor día. Su convicción fidelista, su amor por el trabajo y su fe la hacen merecedora de la mayor admiración. Hoy nos cuenta su historia mientras una lágrima de felicidad rueda por su mejilla.
-Fue de las primeras trabajadoras del periódico La Demajagua, cómo inició en ese medio de prensa
– Sí, soy fundadora de La Demajagua, inicié mi labor el mismo 10 de octubre de 1977, trabajo al que le dediqué 38 años de mi vida. Comencé como operadora del teletipo o télex, era un equipo por el cual llegaba la información de las agencias cablegráficas y de los corresponsales granmenses, tomábamos la información a lápiz, la pasábamos a la máquina y se la entregábamos a los periodistas que eran los encargados de conformar la noticia. Mi salario en aquel momento eran cien pesos mensuales.
-Qué significó haber trabajado durante 30 años como responsable del archivo.
-En 1985 se me da la oportunidad de recibir un curso como especialista en Archivos y Bibliotecas en Santiago de Cuba, al terminar el curso me reincorporo como encargada del archivo. Era la única trabajadora de allí, mi trabajo consistía en recepcionar todas las fotos e informaciones que llegaban de los medios, la Agencia de Información Nacional (AIN, actual ACN) prensa latina, revistas. Estas se organizaban, enumeraban y eran guardadas para cuando algún trabajador o cualquier otra persona ajena al centro necesitaran consultar alguna información yo personalmente se la facilitaba. Solo teníamos acceso al archivo el director, el administrador y yo, era una gran responsabilidad porque tenía que velar y responder por toda la documentación que allí se encontraba y debo decir que era muchísima. En los archivos se guardaban incontables documentos, de gran valor.
-¿Nunca pensó en hacerse periodista o no tuvo la oportunidad?
Siempre quise ser periodista, incluso se nos dio la oportunidad a los trabajadores que todo aquel que quisiera estudiar periodismo en Santiago de Cuba lo hiciera, yo no pude tristemente porque mi hijo estaba pequeño y me necesitaba. Fue una gran oportunidad perdida, pero pienso que a lo mejor no estaba en mi destino, o la vida no lo quería para mí.
-Madre joven, un trabajo que le consumía mucho tiempo, una casa que atender.
Realmente eran tiempos difíciles. Mis turnos eran una semana de 7:00 AM a 3:00 PM, la otra de 3:00 PM a 11:00 PM, los fines de semana me dirigía a atender la agricultura a sembrar y recoger caña, tomate, boniato o lo que hiciera falta. Cuidaba a mi niño, me dedicaba a mi esposo también, el tiempo era bastante corto y no me alcanzaba pero aprendí a planificarme. Los días que me cogía tarde en la noche o no alcanzaba la guagua, el director que en aquel tiempo era José Fernández Vega me llevaba hasta la casa en su carro, no solo a mí, a todos que lo necesitaran. Agradezco mucho a mis compañeros que me apoyaban y ayudaban en todo.
Desafortunadamente tuve que jubilarme en el 2015 porque mi esposo enfermó y dediqué mi tiempo a cuidarlo. No hay un segundo de mi vida que no recuerde los maravillosos momentos que viví en el periódico y las amistades que allí gané. Si me dijeran para volver a trabajar en La Demajagua no lo pensaría dos veces y aceptaría porque el orgullo de haber formado parte de un colectivo de trabajo tan especial es inexplicable.
Pertenece a una familia revolucionaria ¿Qué supone esto para usted?
Mis padres estuvieron muy vinculados a la Columna uno. Desde pequeña vi a mi papá darlo todo por la Revolución. (Muestra fotos de su papá al lado de Fidel). Vivíamos en el campo, no teníamos prácticamente nada, hoy puedo decir que gracias a nuestro Comandante tengo un techo donde vivir. Para mí supone un orgullo inmenso ser fidelista, revolucionaria y formar parte de una familia que colaboró a consolidar esta Revolución.
Cuando Fidel visitó el periódico en 1986 yo esperaba a que llegara al archivo, nerviosa, sudando frío, impaciente por verlo, pero su tiempo era corto, tenía muchos lugares que visitar, yo ya pensaba que no lo vería, salí corriendo para el frente del edificio a ver si lo alcanzaba y tanta fue mi insistencia con el fotógrafo que logré salir en la foto y saludar a nuestro comandante. Eso nunca lo podré olvidar.