
La mañana de este jueves devino canto guerrero por la dignidad, frente a la Iglesia Parroquial Mayor de San Salvador de Bayamo, capital de la oriental provincia cubana de Granma. Allí estaba Perucho Figueredo en su caballo, acompañado de una representación mambisa, que comprometidamente le escoltaba.
Rememoraban el histórico 20 de octubre de 1868 cuando se cantó por primera vez La Bayamesa, nuestro Himno Nacional, y acudieron para festejar con los suyos, el Día de la cultura cubana.
En esa zona, la más antigua de la ciudad y esta fecha obligada para la celebración, se respiró patriotismo compartido con los jóvenes de la vanguardia artística: poetas, actores, bailarines, músicos, trovadores…
También estuvo Nicolás, el viejo Guillén de los poemas, con sus 120 años a cuestas, construyendo la muralla de manos negras y blancas, acompañado de Quirino, con su tre, el inseparable amigo de bemba grande y pasa colará, el que no pidió permiso para entrar a la muralla.
Hombres y mujeres, en su más diversa pluralidad de edades y razas los esperaban para proseguir diseñando la nación, con luces y tropiezos, solo con la diferencia de una voz contemporánea salida desde lo más alto de aquel podio moral:
Bayameses, somos un pueblo portador de las más insospechadas lecciones de sabiduría y capacidad de resistencia, frente a los intentos de imponernos modelos seudoculturales, que jamás han formado parte de nuestros genuinos valores estéticos.
Como en la gesta luminosa del 68 los jóvenes han estado en primera fila, mostrando su apego de lealtad y apoyo a las causas justas. Se les han visto brillar a la altura de su tiempo, con la sencillez de quienes cumplen con la obra de la vida.