
“En medio del monte, a 42 kilómetros de Bayamo, la capital de Granma, está San Pablo de Yao, donde nadie imaginó la existencia de una televisora comunitaria y participativa, destinada a reflejar la cotidianidad de la serranía.
“Anteriormente vimos como entraban y salían al poblado unos peludos que hacían entrevistas a los campesinos y todo lo filmaban. Se rodaba la aventura Cuando bajen las estrellas, pero contar con un equipo propio, resultaba lo más extraño para todos.
“Había decidido estudiar Hotelería y turismo en Formatur, Bayamo, pero como tenía acá arriba a mi madre y a las familias Tasé y Polanco, fundadoras del poblado, venía los fines de semana.
“En 1996, durante una de esas visitas, conocí la primera convocatoria para jóvenes de la montaña interesados en el taller Aprende el uso del video, auspiciado por el Centro de estudios para la comunicación comunitaria: Daniel Diez, Waldo Ramírez y Rigoberto Jiménez, fundadores de la llamada transferencia tecnológica, eran los profesores.
“Aquella genial idea agrupó a 15 aspirantes, de ellos tres para trabajar en la TVS: uno en sonido, otro en edición, y yo como asistente de dirección de documentales.
“Desde el inicio, Daniel puso su empeño en formarme como director de audiovisuales, pero, en 1998, uno de los camarógrafos marchó a la ciudad y solicité su plaza. Al directivo le chocó mi decisión, pero le expliqué que desde el inicio quería ser camarógrafo.
“De esa especialidad me gradué en el Instituto Superior de Arte (ISA), filial Holguín, entidad que me dotó de los conocimientos teóricos, aunque la mejor escuela siempre fue la de hacer documentales en aquel tren que circulaba de domingo a domingo y no paraba.
“Siempre arriba del trabajo, de las extensiones educativas. Éramos una comunidad cultural, lo que antes resultaba algo cotidiano: el guajiro cruzando el río, otro montando a caballo, el niño que jugaba con un carrito de palo… se transformaba en imagen artística.
“El profesional que soy lo agradezco a la TVS, entidad que me enseñó a ser una persona más observadora, a ver el mundo y mi interior con un prisma diferente. Ese bichito naciente en el Servicio Militar, donde me hice proyeccionista de 16 mm, se multiplicaba en sangre.
“En el 2000, Rigoberto Jiménez y yo éramos reserva de Waldo, el director, quien fue promovido para dirigir el Canal Educativo 2. Asumí el cargo en plena carrera universitaria. Tenía condiciones para ello, pero no era mi perfil, la decisión estaba clara: no dejaré de ser camarógrafo. Años después cedí el puesto a otro compañero.
“En este lomerío aprendí mejor las ideas de Martí, las enseñanzas de Daniel, persona de inmensurable valor que me prestó la novela Cien años de soledad para conocer también a Macondo y a García Márquez.
“El campesinado rural de la zona aprecia en nuestro colectivo la defensa de sus tradiciones, costumbres, preocupaciones… y como descendiente de esa estirpe, también lo siento en carne propia.
“Cuando la televisión cubana pone en pantalla un documental se dice: Eso es de Televisión Serrana. Ello se debe al sello establecido, a la cadencia y al manejo peculiar de contarnuestra realidad, sin adornos, ni puestas en escena. Así nacimos y por ese camino transitamos hoy ”.