Un día como hoy, 15 de noviembre , pero de 1863, murió el poeta y dramaturgo matancero José Jacinto Milanés; una de las voces imprescindibles del primer romanticismo poético cubano en el siglo XIX, junto a José María Heredia y Gabriel de la Concepción Valdés, Plácido.
La vida y obra de José Jacinto Milanés está muy vinculada a su natal ciudad, donde permaneció la mayor parte de su existencia. A pesar de que vivió 49 años –solo con algunas breves estancias en La Habana y en el extranjero, los años con los que contó para su labor creadora fueron pocos, como consecuencia de la pérdida de la razón.
Milanés no tuvo, como sí sucedió con José María Heredia, una educación elevada. Había perdido tempranamente al padre y la familia vivía asistida económicamente por un tío. De hecho, por razones económicas fue frecuente el cambio de domicilio, hasta que en 1832 la familia heredó una casona matancera en la que vivió hasta el final de sus días; y en la que radica hoy el Archivo Histórico de Matanzas.
La obra literaria de Milanés incluye poemas, obras escénicas y algunos artículos periodísticos. Su producción poética puede, a grandes rasgos, agruparse en tres vertientes principales: los poemas netamente líricos, los de corte popular –casi siempre humorísticos o satíricos– y los que intentan una directa prédica socio-moral.
En 1837 se publicó en el Aguinaldo Habanero el célebre poema La madrugada, considerado entre los más notables de su poesía, sin embargo, el texto más famoso de los escritos en ese tiempo es El beso, con el tema del encuentro entre dos amantes, enlazado con las preocupaciones filosófico-moralistas de poeta.
Aunque la poesía de Milanés cautiva la atención de los estudiosos, no puede dejar de mencionarse que el autor dedicó esfuerzos notables al teatro, siendo El conde Alarcos su obra descollante.
El año 1842 marcó el fin de su obra y el punto de partida de su decadencia intelectual y orgánica. Poca información existe en torno al estado de su salud. Se cuestiona el que su hermano Federico haya potenciado la declaración del desequilibrio mental como forma de preservarlo de las autoridades coloniales, teniendo en cuenta la fuerte crítica a la situación de Cuba en sus últimos textos.