Proponérnoslo, no basta

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Por Anaisis Hidalgo Rodríguez | 22 noviembre, 2022 |
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FOTO Granma

Elena es madre trabajadora y no tiene asignado círculo infantil, una encrucijada que solo conduce, entre otros caminos, al de una cuidadora, cuyos servicios debe pagar a precios exorbitantes de acuerdo con su salario.

Muchos son los lunares que hoy conforman el delicado manto del otorgamiento de los círculos infantiles. Detrás de cada solicitud hay tantas historias como familias que se enfrentan al dilema diario del cuidado de los pequeños de casa, para poder trabajar.

La realidad es que la matrícula de los círculos infantiles no satisface la demanda de madres que lo solicitan, por lo cual se deben acondicionar nuevas instituciones o aumentar la capacidad de los existentes.

Ante esta encrucijada, Cuba promovió a partir del 2001 la alternativa de las casitas infantiles, nacidas en la década de los años 90 del siglo precedente, y que resurgen en la actualidad tras aprobarse la Resolución 58/2021 del Ministerio de Educación.

Esta opción de atención educativa, en la modalidad institucional de la Primera infancia, presta servicios a los pequeños, hijos de las madres, padres o tutores, en entidades que, a partir de sus condiciones económicas y materiales, puedan destinar fondos para su apertura, mantenimiento y garantizar su sostenibilidad.

Según declaraciones del Ministerio de Educación al diario Granma, en el país funcionan 32 casitas infantiles, hasta el cierre de marzo de 2022, que benefician a más de 600 niños; ocho de estas, fueron erigidas en Granma para beneplácito de 231 infantes.

La provincia, evidentemente, rompió la inercia en la concreción de estos locales, en tal sentido, todos los municipios proyectan una casita infantil en sus diferentes fases: de proyecto, constructiva, en remodelación, adecuación o a punto de abrir, exceptuando Yara y Río Cauto.

Por otro lado, en organismos como Salud, Comercio y Gastronomía, la iniciativa no ha prendido con la celeridad que requiere la dinámica demográfica, no así en el sector educacional, que ha materializado seis de estas edificaciones.

¿Por qué en unos municipios sí, y en otros no? ¿Faltará visión del problema, empuje, gestión? Cuesta pensar que no existan más locales donde pueda germinar esta alternativa, y que empresas, unidades presupuestadas, cooperativas agropecuarias y no agropecuarias, empresas mixtas, organizaciones políticas, sociales o de masas no encuentren un cascabel al problema.

Se hace necesario que empresas y organismos asuman la casita infantil como parte de los beneficios a sus trabajadores. Proponérnoslo no basta, debemos ponerle empuje a un sueño que sobre todo, promueve la educación a los infantes y la incorporación y el empoderamiento de las mujeres a la sociedad.

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