En su infancia, a ella le encantaba verse vestida de uniforme escolar, diciendo un “¡Votó!” a todo pulmón cuando los mayores del barrio depositaban el sufragio en aquellas cajas de cartón o de madera.

Disfrutaba cuidar las urnas turnándose cada una hora con sus compañeros, corretear en el patio de la escuela, reírse a la hora de la merienda grupal.

Pero el graven del tiempo lo trastoca todo, convierte la inocencia en conciencia. Ahora, con 16 años cumplidos (llegó el 30 de octubre) participará en sus primeras elecciones municipales del Poder Popular, que tendrán lugar el 27 de noviembre.

Se llama Melanie Gainza Domínguez y estudia en el Instituto Preuniversitario Urbano Mártires de Girón, de Bayamo. Ama apasionadamentela Física, al extremno de ser medallista en el concurso nacional de esa asignatura. Incluso, quiere graduarse en Física nuclear para crecer personalmente y aportar al desarrollo del país.

De su edad infantil recuerda que le gustaba cuidar las urnas porque se sentía “responsable de algo importante”, aunque no entendía la trascendencia de ese suceso.

“Este momento es diferente, puedo votar por la persona que quiero que me represente”, dice esta muchacha que acaba de vencer el décimo grado.

“Saber que estoy participando es muy bonito”, comenta para luego añadir que escoger al delegado o delegada de circunscripción no debe verse como un paso formal pues esa persona “nos representa en la Asamblea municipal”, además de atender “las sugerencias e inquietudes de la población”.

Pese a eso, considera que hay jóvenes desconectados de ese proceso y otros que no ven su importancia. “Hacen falta más charlas en las escuelas, más explicaciones y debates, informaciones atractivas en los medios de comunicación y en las redes sociales, que son muy seguidas por los de mi edad”, expone.

Melanie piensa levantarse bien temprano el domingo 27, un día en el que hará su primera equis como electora (para elegir por voluntad propia a uno de los nominados) y eso será más que una marca en una boleta.