
Una sonrisa dulce y al parecer tímida dibuja Sirenia González Pantoja al encuentro con sus compañeros de labor pedagógica en la Facultad de Educación para adultos en Cauto Cristo.
Tras esa mirada cuidadosa y transparente existe un amplio caudal de experiencia y sabiduría. Con 54 años, de ellos más de treinta dedicados al magisterio, la profesora aprovecha para revisar la documentación. Está acostumbrada. Le esperaba la entrevista y una visita provincial de control:
“No importa, nuestra facultad está preparada siempre. Compartir conocimientos es labor cotidiana y lo hacemos con amor, en cualquier medio”, así lo expresa esta mujer comprometida con la Revolución desde su función educativa, moral, social y familiar.
Deja a un lado los registros de asistencia y evaluación para el diálogo. Su naturalidad se impone y sin escatimar tiempos supone la pregunta para acercarnos a su primera etapa:
“El pedagógico de Manzanillo, no fue mi primera escuela, sino mi padre. De él aprendí la responsabilidad, el amor a la patria, el desvelo por la primera noticia, la devoción por los discursos del Comandante en Jefe. Hasta hoy el noticiero es sagrado en mi casa”, comenta con el orgullo de seguir con lealtad aquellas enseñanzas.
No intuyó la interrogante acerca de su motivación especial por el arte del magisterio. Entonces habló con ternura al recordar sus primeros años de vida junto a su madre Aracelis:
“¡Yo nací para ser maestra! Desde pequeñita mi mamá disfrutaba verme organizando a mi modo las sillas y dando clases en un aula imaginaria. Solo me gustaba educar. Por eso al término de mi pre universitario seleccioné una carrera pedagógica. Aunque insistieron para ampliar las opciones, mantuve mi decisión. Quería compartir mi vida con los estudiantes y así lo hago hasta hoy.
“Agradezco mucho también la calidad de los profesores que tuve en Manzanillo. Excelentes. Con ellos consolidé mi motivación y después de graduada comenzó una etapa difícil. Fui la profesora de Geografía en el Centro Interno Antonio Betancourt Flores del municipio”, explicó.
Pero Sirenia es inconforme con su desempeño, exigente consigo misma y no tardó en ocupar cargos de dirección, primero en una escuela secundaria en el poblado principal, luego ejerció como metodóloga. Después de obtener categoría docente y maestría, sirvió durante seis años como responsable de la Escuela del Partido en el municipio.
“Fue una gran oportunidad. La formación académica y política consagra a esas nuevas generaciones y las compromete con las tareas fundamentales que asume el país, sobre todo en un contexto complejo”, aseguró Sirenia.
Ella sabe cómo cultivar la cultura política y la vocación pedagógica. Su diálogo se torna más atractivo mientras expresa por qué eligió la asignatura de Geografía como favorita entre tantas otras:
“Porque expone la magnitud de los procesos en su contexto político, histórico, económico y cultural. Si un maestro no utiliza como medio de enseñanza un mapa para localizar el hecho y las circunstancias, el contenido queda vacío.
“Van de la mano la Historia y la Geografía. A mí especialmente me ha servido para investigar acerca de la historia local y ese amor por las tradiciones nuestras, las inculco a mis alumnos”, aseveró con el entusiasmo de un recién graduado que apenas descubre todo lo gratificante que tiene ser maestro.
Sirenia lo demuestra. Actualmente trabaja de forma voluntaria como profesora de la Filial Universitaria Municipal. Y antes de concluir me dijo:
Aun me siento joven, útil, por eso, aunque me quedan cuatro años para el retiro, me moriré siendo maestra.