El fantasma calumnioso

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Por Luis Morales Blanco | 26 noviembre, 2022 |
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Le expresión “estado fallido” resulta novedosa para unos, y antiquísimo para quienes lo inventaron y tratan de revitalizarlo a cada paso.

Entre ellos habrá quienes lo usen con conocimiento de causa y otros sin ton ni son, “porque salió en feisbu y tiene que ser así, pues allí siempre tienen razón”, por eso cuando disparan la frase ya sabe uno a qué atenerse.

Y habría que preguntarse cuál es el fallido, ¿aquel que para complacer a una minoría mafiosa y anexionista,   centuplica el daño a 11 millones de seres humanos ignorando la voluntad de la mayoría?

¿Ese poderoso hasta el derroche que por ineficacia, dejó multiplicar la cifra de fallecidos por la Covid-19, ostenta un vergonzoso récord de guerras y violencia; brutal represión y asesinatos de ciudadanos por la policía; racismo y violaciones de los derechos humanos?

Medios conservadores y reaccionarios barajan si un determinado estado (siempre socialista) es fallido o débil, pero encontremos matices: los principales documentos de las administraciones de Obama y  Trump consideran a China el principal rival estratégico de EE. UU y Biden los secunda, no era “fallido” para quienes le otorgan esa relevancia al Gigante asiático.

¿Es o no fracasado el implementador de macabros   castigos para impedir cualquier ingreso de divisas a Cuba, incluidas las exportaciones de servicios de todo tipo?

Asimismo, el suministro de combustibles o las acciones dirigidas a impedir la adquisición de suministros médicos, incluidos los necesarios para la elaboración de nuestros candidatos vacunales.

No puede obviarse la desvergüenza del presidente Biden al hablar de Cuba. Profundicemos,  retrocedamos   a los turbios orígenes de la frase y su utilización para legitimar  intervenciones, por “Estado fallido” puede entenderse aquel en el que existe vacío de poder, entre otras cuestiones.

¿Puede alguien pensar en Cuba así?  La respuesta es no: el pueblo cubano demuestra su capacidad de decidir la mejor forma de gobierno para su democracia,   libremente elegida.

La excelencia del sistema educativo cubano y la calidad de sus instituciones  aseguran al país el potencial humano, capaz de colaborar en la formación de miles de profesionales de otros países, prestar servicios médicos a quienes lo puedan necesitar en el mundo, incluso en condiciones excepcionales, de enfrentar con éxito la Covid-19, de producir las vacunas, medicamentos y la inteligencia sanitaria para su control, son elementos más que suficientes para despejar cualquier duda

¿Qué debemos mirarnos más hacia dentro y enmendar yerros y resolver los problemas con objetividad y sin paños tibios? Indudable.

Recordemos la estrategia de Lester Mallory, trazada desde abril de 1960: “La privación a Cuba de dinero y suministros para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.

Al constatar las pérdidas materiales y humanas ocasionadas por la guerra bacteriológica que sí existió, como también el bloqueo, nuestros triunfos brillan a pesar de la prosperidad arrebatada.

Los presidentes de EE. UU. cada vez dieron y dan un nuevo tortor a la rosca del  bloqueo, que solo ingenuos o malintencionados son capaces de minimizar.

Llamarnos Estado fallido es calumniar: Cuba enfrentó a la pandemia de la Covid-19 con recursos propios   gracias al desarrollo del sistema sanitario, a pesar de las dificultades impuestas por la política hostil de Estados Unidos.

Irónicamente, el politólogo norteamericano  Noam Chomsky tilda a su país de ser un Estado fallido, por su uso abusivo del poder y su irrespeto por las normas internacionales.

La noción teórica de Estado fallido, es hoy artillería  pesada contra naciones no alineadas con la hegemonía yanqui.