Después del Moncada, importante acción de pueblo contra la tiranía

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Por Francis Velázquez Fuentes | 30 noviembre, 2022 |
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Estudiantes presos luego de las acciones. Recorte de la Revista Nosotros del 10 de diciembre de 1955

Este miércoles 30 de noviembre se conmemoran 67 años (1955-2022) de haberse registrado un acontecimiento patriótico-revolucionario contra el régimen de facto encabezado por el déspota Fulgencio Batista, en la histórica y bravía cuidad de Bayamo, Monumento Nacional y actual capital de la provincia Granma.

Protagonizada por el estudiantado bayamés, con el apoyo directo de un sinnúmero de jóvenes procedentes de diferentes estratos sociales de la propia localidad, la acción apenas está contemplada en nuestra bibliografía de carácter histórico, aunque constituyó un hito en el palpitante acontecer de esta etapa.

Su génesis tiene sus antecedentes inmediatos en un verdadero acto de solidaridad de la grey estudiantil bayamesa con sus correligionarios de la hermana y rebelde Santiago de Cuba, los que tres días antes, el domingo 27, habían salido en manifestación a la calle, oficialmente autorizada, desde la emblemática Plaza de Marte, a fin de conmemorar el 84 aniversario del fusilamiento de los estudiantes cubanos de medicina en la Habana por el colonialismo español (1871-1955), la cual debía concluir en el parque Capdevila de esta urbe, entonces capital de la región oriental.

Sin embargo, una orden tajante emitida a sus subalternos del odiado y represivo cuerpo de la Policía Nacional (PN) por su jefe en Santiago, el capitán Bonifacio Haza Grasso, provocó serios incidentes entre los manifestantes y agentes policíacos, al intentar estos últimos bloquear y disolver en su avance a aquellos, usando sus fustas y armas de fuego reglamentarias, dicha manifestación a toda costa.

Ello trae como inmediata consecuencia el enfrentamiento cuerpo a cuerpo entre los manifestantes y esbirros batistianos, decidiendo los primeros llevar a cabo la ocupación revolucionaria del Ayuntamiento de esta municipalidad. La bárbara acometida de los uniformados concluye en un doloroso saldo de jóvenes heridos y detenidos.

En la capital cubana la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), en respuesta viril a estos hechos, decreta un paro estudiantil por 72 horas, en solidaria respuesta ante la barbarie de la fuerza represora contra sus compañeros de Santiago de Cuba.

Horas después, en la mañana del consignado día 30, coincidentemente miércoles, también el presidente de la FEU, José Antonio Echeverría, convoca a los estudiantes habaneros a un mitin “relámpago” que tendrá lugar en el Salón de los Mártires de la Universidad, donde con frases que entrañan una vibrante arenga combativa, termina diciendo lo siguiente: “Tenemos que lanzarnos a la calle a protestar por los atropellos. Ha llegado el momento de ocupar el lugar que nos corresponde en la vanguardia de la lucha contra la dictadura”.

Este mismo día son detenidos frente al centro escolar situado en la bayamesa calle Martí los dirigentes del estudiantado de la enseñanza media, Rafael Lapinell Rivero y Bilbaín Milán Silvera, cuando justamente se dirigían a un grupo de alumnos arengándoles a participar en un acto de protesta a efectuarse en las próximas horas, de repudio a los inhumanos procedimientos de la esbirrada policial contra el estudiantado santiaguero.

Rafael Lapinell Rivero/ FOTO Maylenis Oliva

Poco después ambos son puestos en libertad, oportunidad que aprovechan a los efectos de, en compañía de otros líderes de esa fuerza estudiantil, crear las condiciones movilizativas y de organización para gestar la ya planeada toma y ocupación de la Escuela del Hogar, importante centro docente ubicado en la arteria central de esta ciudad, con cuya presidenta, la luchadora revolucionaria Ana María Rodríguez, ya se habían establecido las coordinaciones pertinentes.

Por su parte, Lapinell encamina sus pasos hacia la emisora de esta localidad, CMKX Radio Bayamo, donde contacta con un locutor conocido, a quien le encarga la tarea de transmitir a la población mediante sistemático flash noticioso el curso de todo cuanto ha de acontecer en las siguientes horas, a partir de la misma ocupación de la escuela.

Ya bien avanzada la tarde, la pequeña dirigencia de ese estudiantado se da cita en el referido objetivo a ocupar de manera oficial. Responsabilizados con el plan de acción trazado, sus integrantes se pertrechan de abundantes piedras traídas del río cercano, que depositan en cajas y sitúan de forma previa en las posiciones que ocuparán en la azotea del edificio.

Esos recursos pétreos serán las únicas armas defensivas con las cuales contarán para enfrentar y repeler a la denominada “fuerza pública” batistiana, cuando estas irrumpan en el lugar. Otros jóvenes no estudiantes ya avisados, que brindarán su apoyo directo en la parte exterior de la escuela, así como aquellos que han de sumarse espontáneamente a la acción, también se abastecerán de piedras y hasta un recipiente con gasolina logran conseguir, con cuyo combustible pasan a fabricar allí mismo botellas incendiarias de las conocidas por “Cocteles Molotov”.

Una vez conocida públicamente la citada ocupación, cuando se asoma la nocturnidad, se personan en la Escuela del Hogar -entonces ubicada en la avenida Fernández de Castro, que hoy se denomina Francisco Vicente Aguilera- una fuerza policíaca integrada por cinco agentes subordinados al jefe de este cuerpo en Bayamo, el capitán Gerardo Merás Chirino, que arriba a dicho sitio en su automóvil particular.

Con ademanes prepotentes y autoritarios intentan penetrar al interior de la edificación tomada, en medio de lo cual se origina un aluvión de piedras de las llamadas “chinas pelonas”, lanzadas desde varios puntos del área contra los recién llegados y el auto que los condujo hasta aquí en evidente actitud hostil.

Las pedradas impactan en el cuerpo de los esbirros, quienes abandonan precipitadamente el sitio en conflicto en el mismo transporte todo averiado. Quizás estos destacados defensores del régimen no imaginaron ser objeto de tal “recibimiento”, el cual deja evidenciado en esos momentos a estos enemigos del pueblo, el carácter y la decisión de lucha de los jóvenes que defienden la instalación docente en rebeldía, que estos habrán de impedir a toda costa ser desalojados con el uso de acciones y métodos agresivos.

Es evidente que el mencionado capitán debió hallarse en esos momentos gestionando un refuerzo mayor, capaz de poner fin al amotinamiento estudiantil, algo muy posible e inminente para todos los allí reunidos combativamente. Tales perspectivas llevan a que estos ganen tiempo, dedicándose a acopiar más piedras, mientras la población comienza a congregarse cerca del edificio escolar, en un espacio de casi tres cuadras a ambos lados, gritando consignas en apoyo a los estudiante y en contra del régimen.

Quizás aún no había transcurrido una hora, mientras avanza la noche, cuando arriba al lugar en tención un transporte militar con fuerzas provenientes del Escuadrón No13 Carlos M. de Céspedes del cuerpo de la Guardia Rural (GR), ubicado en ese ámbito urbano, cuyos efectivos descienden a tierra impetuosamente, fusiles en mano, produciendo disparos al aire inicialmente, uno de los cuales impacta el tendido eléctrico.

Sin perder un segundo los defensores de la Escuela del Hogar arremeten contra la soldadesca repitiendo con más vigor el lanzamiento de piedras, que hacen blanco en varios de sus integrantes, cuyos indiscriminados disparos de fusilería dejan sus funestos resultados en el lugar, mas la mencionada fuerza castrense opta por retirarse a su cuartel.

Todo indica que el jefe de este escuadrón militar, subordinada al 1er Distrito, con sede en el cuartel Moncada de Santiago de Cuba, estableció comunicación con el capitán ayudante del mismo, exponiendo de forma impotente lo acontecido y la necesidad de un segundo refuerzo, superior en efectivos, que logre poner fin a este álgido problema, derivado de la protesta de los estudiantes bayameses.

No se descarte el que este último se haya comunicado con la jefatura del 7mo Distrito Militar Calixto García en la ciudad de Holguín, desde donde ha de llegar a Bayamo, casi al filo de la media noche, un transporte con integrantes de una compañía de infantería al mando de un capitán, los cuales, en amplio zafarrancho de combate proceden a disparar con sus fusiles en distintas direcciones, hasta ocupar totalmente el local. Resulta entonces necesario evitar el incremento de víctimas ya registradas.

El doloroso saldo de jóvenes heridos de balas asciende a cuatro, casi a “boca de jarro”. Alberto Ríos Torres “Betico”, cuyo estado de gravedad determina su urgente traslado al hospital Saturnino Lora en Santiago de Cuba; José Martin González, Héctor Gómez Quezada y José Rosales Garcés “Pepito”, en situación menos grave. Un quinto joven lesionado: Gustavo Saborí sufre una fractura en la mandíbula producida por el culatazo de fusil de uno de estos esbirros.

Esta nueva invasión de efectivos del ejército batistiano logra subir a la azotea donde detiene a la comitiva estudiantil conformada por el presidente de la Escuela Nacional de Comercio, Iván Leyva Casamor, Rafael Lapinell Rivero, Jose Manuel Mendosa Licea, Pablo Olivera, Manuel Joa, “Pucho” Doral y Bilbaín Milán Silvera, quienes son conducidos al Vivac municipal de Santiago de Cuba, sujetos a juicio por el tribunal de urgencia de esa ciudad.

Así se cerró este corajudo e inolvidable capítulo de la historicidad bayamesa, dos años y cuatro meses después de haber tenido lugar en este escenario geográfico la primera acción insurreccional armada llevada a cabo por la Joven Generación del Centenario natal de Martí encabezada por Fidel, el 26 de julio de 1953, contra la misma jauría batistiana.

Fuente: Revista Nosotros, Santiago de Cuba, Año 1 No. 5, de fecha 10 de diciembre de 1955; artículo titulado Dolor y sangre en Bayamo, del ya desaparecido periodista bayamés Rubén Castillo Ramos.

De izquierda a derecha, José Rosales Garcés, Joel Sánchez Leyva, Manuel Atocha Ramírez, Indalecio Guillén Laurencio y José manuel Betancourt, participantes en la acción
Antigua Escuela del Hogar, hoy escuela primaria Nguyen Van Troi/ FOTO Archivo Rafael Martínez Arias

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