Un nuevo batacazo derechista a la democracia e institucionalidad

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Por Luis Morales Blanco | 8 enero, 2023 |
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Como una copia al golpe a la democracia protagonizado por seguidores de Donald Trump en enero de 2021, sus “homólogos”  brasileños en una monería nada graciosa invadieron  Brasilia este domingo, para forzar la salida de Luiz Inácio Lula da Silva, quien tomara posesión el pasado 1 de enero, en un burdo intento de socavar la democracia en Brasil.

Oportunamente la policía recuperó el control del Tribunal Supremo sobre las 17:00 (hora local). Sin embargo, los manifestantes seguían en el Congreso y en el Palacio de Planalto, sede  de la Presidencia.  Lula ofreció una rueda de prensa y  decretó la intervención federal en Brasilia ante lo ocurrido.

Entre los primeros líderes mundiales que condenaron este golpe traicionero a la democracia figura el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien mostró su rechazo a los hechos violentos provocados por fuerzas bolsonaristas en la capital de Brasil y su solidaridad con su par Lula Da Silva.

Asimismo, Nicolás Maduro, Gustavo Petro, Alberto Fernández y la CELAC ratifican apoyo a Lula.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, decretó este domingo la intervención federal en la capital del país, Brasilia, luego que miles de bolsonaristas irrumpieran e invadieran la sede de los tres poderes del Estado, ante la inacción o incapacidad de la policía local.

Estados Unidos se suma a las condenas internacionales de los sucesos de Brasilia. El consejero de Seguridad Nacional del presidente de Estados Unidos, Jake Sullivan expresó: “Estados Unidos condena cualquier intento de socavar la democracia en Brasil.. La democracia de Brasil no se verá sacudida por la violencia”.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, llama  a respetar la democracia en Brasil y ofrece a Lula da Silva el “apoyo incondicional de Francia” ante el asalto bolsonarista en Brasilia.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha repudiado este domingo los hechos: “Reprobable y antidemocrático el intento golpista de los conservadores de Brasil azuzados por la cúpula del poder oligárquico, sus voceros y fanáticos. Lula no está solo, cuenta con el apoyo de las fuerzas progresistas de su país, de México, del continente americano y del mundo”, escribió López Obrador, un aliado de Lula en la región.

Y  ahí viene el doble discurso: el diputado Valdemar Costa Neto, presidente del Partido Liberal, de Jair Bolsonaro, publicó un video donde toma distancia del ataque: “Hoy es un día triste para Brasil.

“Todas las manifestaciones  hechas después de las elecciones, frente a los cuarteles fueron un ejemplo de educación, confianza y brasilidad. Había familias representando a Bolsonaro, representando a la derecha. Este movimiento en Brasilia hoy es una vergüenza para todos nosotros y no representa a nuestro partido, no representa a Bolsonaro.

“La policía y la seguridad, y los sectores de seguridad tienen que hacer su parte. No apoyamos estos movimientos. Sí apoyamos: Patria, Familia y Libertad. Apoyamos los buenos movimientos. Este movimiento en Brasilia hoy fue una vergüenza para todos nosotros”, dijo Costa Neto.

Ese doble discurso es similar al mantenido por Bolsonaro en los últimos meses con condenas puntuales en los momentos más graves, pero alabanzas a un movimiento que pide un golpe de Estado.

Pero Lula pone el punto sobre las íes:  “Los vándalos fascistas” que  atacaron las sedes de los tres poderes y sus financiadores “serán identificados y castigados”. Lula se ha quejado de que la Policía Militar de Brasilia no ha cumplido su cometido de garantizar la seguridad y proteger las instituciones. También ha acusado a su predecesor, Bolsonaro, de “estimular la invasión de los tres poderes” y de “huir” a EEUU para no colocarle la banda presidencial.

Los videos que circulan por las redes sociales muestran a los asaltantes en el pleno del Congreso, destrozando mobiliario y rompiendo cristales de los edificios modernistas. Las instalaciones del Tribunal Supremo, otro de los grandes objetivos de la ira bolsonarista, han sido ferozmente atacadas.

Son escenas violentas que, por otro lado, contrastan con las del domingo pasado, día de Año Nuevo, cuando cientos de miles de personas acompañaron a Lula en su regreso al poder al frente de una amplia coalición con la misión de restaurar y fortalecer la democracia. Lula firmó esa misma noche los primeros decretos para revertir el legado de Bolsonaro.

Lo ocurrido este domingo en Brasilia se podía avizorar durante meses por los demócratas brasileños porque Bolsonaro ha mantenido un discurso de ataque sistemático contra el sistema de votación y las autoridades electorales. El líder de la ultraderecha ha alentado las protestas contra el resultado electoral en diversas ocasiones.

Lo artero de los ataques en el corazón político de Brasil se evidencia claro, clarito, pues ocurren  cuando  el presidente Lula permanecía en Araraquara, en el interior de São Paulo, donde visitaba las zonas afectadas por las fuertes lluvias de los últimos días.

Varios gobernadores también han condenado los actos antidemocráticos protagonizados por los elementos más extremistas del bolsonarismo.

El derrotado Bolsonaro está en Estados Unidos, en Orlando, Florida, a donde viajó dos días antes de la toma de posesión de Lula para evitar darle el solemne relevo y colocarle la banda presidencial. ¡Cuanta razón tenía Lula!

¡Miren eso! El secretario estatal de Seguridad del Distrito Federal, donde se ubica Brasilia, es el antiguo ministro de Justicia de Bolsonaro, el policía Anderson Torres, que se encuentra en este momento de viaje en Estados Unidos, según la prensa brasileña. El gobernador del DF, Ibaneis Rocha, que es un aliado de Bolsonaro, ha anunciado tras el asalto la destitución de Torres.

Miles de partidarios del expresidente de extrema derecha llevan dos meses acampados frente al Cuartel General del Ejército, en Brasilia, y en otras ciudades desde el día siguiente de las elecciones, que están convencidos que le robaron a su líder Bolsonaro. El resultado de los comicios fue el más reñido de la historia brasileña, Lula venció con un 50,9 por ciento de los votos frente al 49,1 de Bolsonaro (dos millones de diferencia, 1,8 puntos).

Los campamentos, que surgieron en infinidad de ciudades han ido languideciendo y mermando, pero aún siguen en pie en las principales ciudades. Las autoridades lograron desmontar este viernes el primero de ellos, el de Belo Horizonte, capital de Minas Gerais, el tercer Estado más poblado.

Por el apoyo de millones de brasileños y la solidaridad del mundo, la democracia en Brasil prevalecerá.

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