
Estaba tenso y ansioso, aunque intentaba disimularlo al máximo. Ese nerviosismo fue creciendo a medida que galopaba el reloj pues su nombre sería mencionado ¡cinco veces! delante de cientos de personas, incluyendo sus progenitores, Lucila de los Dolores y Ángel Abel, quienes estaban con las rodillas en temblor y los ojos humedecidos de la emoción.
“Fue un día tremendo, hice todo lo que estuvo a mi alcance para controlarme, pero no es fácil cuando sabes que tienes tantos ojos encima, que tus padres están allí y sientes que las manos se te ponen frías”, rememora ahora Manuel Alejandro Báez Rodríguez, el mejor graduado de la última promoción de la Universidad de Granma (UdG) y quien fue seleccionado también como vanguardia en investigación y vanguardia en defensa.
En el acto de graduación, celebrado el mes pasado, también recibiría el título de oro, el premio al mérito científico estudiantil y tendría a su cargo las palabras en nombre de los 1 529 egresados de la UdG.
“Tener que subir cinco veces al estrado delante de tus compañeros y hablarles a ellos y a tus profesores te hace sentir un orgullo indescriptible”, dice este joven nacido el 3 de junio de 2000.
Probablemente en un momento tan cumbre llegaron a su mente las jornadas de la secundaria básica, en las que comenzó a inclinarse por la carrera de Derecho, o su manera de “quemarse las pestañas” en el preuniversitario Batalla de Peralejo, de Bayamo.
Tal vez, también, llovieron en retrospectiva en su cerebro las escenas de corre-corre de los cuatro años en la Universidad, en la que fue dirigente estudiantil, participó en más de 40 eventos científicos, integró el movimiento Frank País (de alumnos ayudantes), ganó la condición Jóvenes por la vida, se convirtió en donante de sangre, estuvo en incontables voluntarios y terminó con promedio académico de 4,92 puntos.
“Resulta difícil llevar de la mano tantas cosas: docencia, investigación, las tareas de impacto, los actos patrióticos… Llega un momento en que te sientes apretado, pero hay que seguir adelante”, comenta este jurista residente en el reparto Rosa La Bayamesa, de la capital provincial.
Haber obtenido tantos reconocimientos tuvo su precio, porque bien se sabe que en las brigadas universitarias no faltan quienes se oponen a “tanta integralidad” y tampoco escasean los suspicaces que cuestionan los galardones, aunque se hayan ganado en buena lid.
“Lamentablemente no son muchos los que asisten a todo, a un trabajo voluntario, a un evento, a una actividad. A veces, tanto los estudiantes malos como los buenos, te dicen que la integralidad no es lo más importante, que es la docencia. Y surgen discrepancias, celos y distorsiones. Sin embargo, creo que resulta muy bonito ser una persona cumplidora e integral. El que solo se ocupa de la docencia la tiene más fácil para obtener cinco puntos”, añade.
Manuel Alejandro defiende la teoría de que más allá de un resultado académico los universitarios son “portadores de habilidades, conocimientos y valores humanos que ninguna nota numérica puede medir por completo”.
Admite que la cultura y el deporte no son “sus fuertes”, pero en la Universidad trató de ser al menos un espectador activo.
Entre sus conceptos más importantes está el de saber manejar el reconocimiento público. En consonancia, expresa que hay “un momento en el que uno se siente feliz, orgulloso por lo logrado”, pero eso no debe llevar al ser humano a “darse golpes en el pecho”, tampoco “al engreimiento, la charlatanería o a creerse superior”.
No olvida que detrás de cada lauro hay muchísimas personas, desde familiares, profesores, colegas del Derecho hasta compañeros de estudio que algún día lo aconsejaron cuando, como todo humano, cometió un error. Y recuerda especialmente a sus abuelos maternos, que no pudieron verlo graduado con honores.
Manuel Alejandro, que fue ubicado en el Tribunal municipal de Bayamo, cursa hoy un riguroso diplomado para poder ejercer la función de juez, uno de sus sueños de años.
Para él, “la batalla librada durante cuatro años dio paso a una más desafiante y compleja, porque es el inicio de un camino más largo, lleno de metas”. Según sus palabras, ahora comienza el verdadero reto: “No se trata de haber sido seleccionado el mejor graduado de la Universidad en tu año; es que después de eso sigas siendo una persona integral en tu modo de actuar y en tu vida profesional”.