Las muchas luces de un pedagogo (+fotos, audio y video)

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Por Anaisis Hidalgo Rodríguez | 23 enero, 2023 |
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FOTO Rafael Martínez Arias

El hombre de estas líneas no gusta de hablar de sí mismo, aunque ha protagonizado numerosos hitos de la educación cubana; tampoco es dado a adornar las verdades, las suelta así, en ráfaga, aunque los años lo han tornado más reflexivo y le han enseñado a meditar sus respuestas.

Del niño impetuoso, preguntón e inquieto que fuera el Doctor en Ciencias Pedagógicas Guillermo Calixto González Labrada, queda la intrepidez, el hábito voraz por la lectura, la curiosidad y esa capacidad de asombro, que lo hace dibujar el conocimiento como un tránsito a lo desconocido.

Su lenguaje refinado, elegante vestir, maneras comedidas, hablar tenue y sonrisa discreta, no discrepan del niño que hizo su primera comunión ni del académico de alto calibre, cuya trayectoria se honra este 2022, con el Premio Nacional de Pedagogía.


PRIMEROS PASOS

Su padre, un consagrado tabaquero, y su madre, ama de casa, apostaron todas las cartas a la educación del  primogénito de tres hijos, y lo inscribieron en una escuela privada donde confluían aulas multígrados, que en el futuro se convertirían en pretexto de investigación.

Posteriormente, se traslada a La Habana y matricula en el colegio religioso La Salle, un plantel en el que primaba el método reproductivo, y que si bien no era de su agrado, sirvió para poner en claro el tipo de enseñanza que quería defender: aquella capaz de despertar las inquietudes por trascender en el ser humano.

De retorno a Bayamo, participó de las lecturas de tabaquería en el chinchal de su padre. Desde allí experimentó la efervescencia revolucionaria del momento previo al triunfo revolucionario de 1959. Para entonces su padre era miembro del Movimiento 26 de Julio y su madre, una de sus colaboradoras. Su casa acogió a Ñico López, de manera que la tabaquería, Fidel, los barbudos y la Sierra, sedimentaron su estirpe revolucionaria.

Sus convicciones se pusieron a prueba cuando decidió incorporarse como alfabetizador popular en la fábrica de tabacos Moya. Tenía para entonces 10 años, pero formar parte de la alfabetización, era “cumplir con Fidel y con la épica del momento”, sentencia.

El 12 de septiembre de 1963, precisamente para el cumpleaños de su madre, se enroló en un tren cañero para formarse como maestro Makarenko en Topes de Collantes, suceso en el que germinaba lo vivido en la alfabetización.

“En aquella época se decía que los hombres morían de pie, solo los cristales se rajaban. Yo nunca pensé en rajarme, sobre todo porque si llegaba a mi casa me mataban a palo. Me formé en la convicción de que si comprometías tu palabra, debías cumplirla”.

EL FIDEL DE LEJOS Y DE CERCA

“Fidel atrapaba desde cualquier lugar de la concentración. Tenía una mística para hablar. Sus discursos lograban ensanchar el diapasón y activar el grito de victoria.

Recibimiento a Fidel en la escuela José Martí, de la Onu, en Nueva York

“En la década de los años 90, tuve la oportunidad de exponerle en un seminario nacional de educadores, los resultados de mi investigación para estimular el desarrollo del lenguaje y la comunicación de los niños de la Sierra Maestra.

La ocasión que lo tuve más cerca, fue en el 2000, cuando visitó en Nueva York la escuela primaria José Martí, de admisión de Cuba en la ONU, encargada de escolarizar a los hijos de los diplomáticos cubanos.

“Cuando él llega, está una niña para darle un ramo de flores. Él se inclina y le pregunta a Daniela para quiénes eran, y ella le dijo: ‘para ti, pero después que  se cante el himno’. Fidel se paró y dijo: uno, dos y tres… Empezó a dirigir el acto”.

DESTELLOS

El incipiente maestro primario se fogueó como profesor de Matemática para la enseñanza Secundaria básica y Superior. Alfabetizó, fundó las escuelas formadoras de maestros y aquellas que constituirían el preámbulo de las escuelas al campo; fue jefe de almacén, de día y profesor de arrastre de Matemática de noche; Jefe de cátedra, asesor regional, metodólogo,  entre otras responsabilidades.

Asumió la dirección del Instituto de perfeccionamiento educacional (IPE), encargado de direccionar la superación cultural y metodológica de los docentes en ejercicio.

“La ausencia del IPE, es un oasis que de alguna manera la educación cubana tiene que salvar, porque era la manera de mantener la actualización constante del personal docente. Marx decía que los educadores debían ser educados”, recalcó el Profesor Titular.

Su rol como parte del destacamento de maestros de montaña en la Sierra Maestra, constituyó otro hito importante en su carrera, desde aquí desarrolló la investigación para estimular el desarrollo del lenguaje y la comunicación de los niños de la Sierra Maestra. Una veintena de años después sabría que el impulsor de esos estudios fue el propio Raúl Castro.

LUMBRERA

El Doctor en Ciencias Guillermo Calixto González Labrada, trasciende a la palestra nacional e internacional como coautor de varios artículos, ensayos y capítulos  publicados en revistas científicas, y autor único del libro Metodología del acto discursivo en la actividad cognoscitiva.

Es miembro de varias redes académicas internacionales; integra la red de Educación Rural y la Red académica del Centro de estudios epistemológicos de la pedagogía, y es miembro del Consejo de las Ciencias Sociales desde 2001, dentro del cual fungió por 12 años como presidente.

Sus distinciones van desde la Por la Educación cubana hasta la Frank País, Primero y Segundo Grado; la medalla 40 Aniversario de las FAR y cuenta con reconocimientos de la Juventud, el Sindicato de Cultura, la Sociedad Cultural José Martí, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente; Educador Destacado del siglo XX, profesor consultante, fundador de la Asociación de Pedagogos de Cuba y de la Sociedad cultural José Martí, desde donde coordina el espacio Diálogo con Hart, entre otros.

HONRAR, HONRA

Los mayores desafíos de González Labrada recaen en ver publicadas sus investigaciones por alguna editorial cubana antes de terminar su labor activa; y, convencer de que la Ciencia de la Educación necesita  transformaciones que admitan a la diversidad como cualidad del ser humano, lo que permitirá darle a la subjetividad social e individual mayor jerarquía.

Sobre el reciente Premio Nacional de Pedagogía, manifestó:

“Fue inesperado. Nunca he trabajado para premios. He dedicado mi vida a la educación, al cumplimiento diario. Me complace ir por la calle y que algún alumno me salude, o ver a otro que no lo hace y decirle ‘oye, tú fuiste alumno mío, saluda’. Disfruto eso.

“Pienso que en el premio están representados aquellos compañeros míos que no siempre compartieron mis opiniones y mis alumnos, que algunas veces entendieron y otras no; y agradezco a todos los que todavía deben respuestas a mi preguntas, porque me obligaron a buscar alternativas, a convertir los obstáculos, en fortalezas”.

A pesar de que su impronta pedagógica supera su magnitud de mortal, Guillermo, desborda sencillez y humildad, cualidades que inspiran aún más, a admirarlo y amar su obra.

 

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