
Manzanillo- El aire hela las lágrimas en los rostros emocionados, la luz que desprenden las antorchas ilumina la bandera de independencia y sangre de los que cayeron por ella y juraron defenderla aun después de cruzar el velo de la muerte.
A mi mente viene el recuerdo de los jóvenes que por primera vez marcharon en la noche del 27 de enero de 1953, dispuestos a cambiar el rumbo político de la Isla. Veo los ánimos efervescentes de aquellos que a paso retumbante caminan desde la Escalinata de la Universidad de La Habana hasta la Fragua Martiana.
Miles de voces gritan a todo pulmón los versos del Apóstol y la melodiosa marcha en la ciudad del Golfo trasmite hasta el alma más frívola el sentimiento de lealtad y amor a la patria que nos inculcaron nuestros abuelos.
Vuelvo a la realidad y puedo discernir entre las llamas flameantes una voz de las que eriza la piel, dar la orden de caminar hacia nuestro destino, El Cine Popular, nuevamente el subconsciente se apodera de mí y veo a esos empoderados jóvenes que se enfrentaron al régimen bastistiano con sus antorchas encendidas recorrer las calles de San Lázaro hasta Espada.
Llegamos al lugar del mitin donde se habla sobre lo sucedido aquella noche tan heroica. Escucho las palabras de la dirigente de la Federación Estudiantil Universitaria con su voz firme y llena de orgullo referirse al más universal de los cubanos y me parece ver al eterno Comandante Fidel Castro Ruz en la velada de 1953, junto a otros jóvenes, que después asaltarían el cuartel Moncada, en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo.
Entre la multitud una mano toca mi hombro derecho y hace desaparecer mi estado hipnótico. A lo lejos escucho una voz conocida decir: ¿por qué lloras? Respondo con la voz entrecortada que siento a Martí Vivo.