En la cola del pollo

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Por Luis Carlos Frómeta Agüero | 2 marzo, 2023 |
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Los cuentos siempre hacen perder la noción del tiempo, gracias a ellos nos salvamos del agobio de lo prácticu,

Carmen Martín Gaite

Hace pocos días, mientras permanecía en la cola para comprar pollo asado en el Doña Nelis de Bayamo, mi socio Remigio, el musical, por los acordes Re y Mi, que encabezan su nombre, me arrebató la condición de último y estuve de acuerdo.

Conocía de cerca al concurrente: promotor humorístico natural comunitario y asiduo a mis narraciones costumbristas. Tal v ez por esa razón le cedí el puesto:

-Te voy a contar una historia para que la publiques.

Acepté y dispuse el oído frente al hombre, con gran similitud al humorista, actor, músico, compositor y guionista cubano Alejandro García Villalón (Virulo), a quien admiro.

Tomamos por asiento un murito cercano a la entidad comercializadora de los horneados, dispuesto a escuchar la oralidad del actor callejero con envidiable capacidad histriónica:

-Resulta que mi vecino Sebastián se lamentaba por el sostenido dolor en la mano derecha que no lo dejaba vivir tranquilamente y decidió acudir al consultorio del Médico de la familia, -comentó al estilo de un narrador radial.

-¿Por qué al médico? -dije- mejor localiza a Josefina, la viajera que vende medicamentos, ella trajo de afuera una supercomputadora que diagnostica cualquier enfermedad. A lo mejor con eso resuelves y te ahorras el viaje. Solo tienes que llevar un envase para análisis de orina y asunto resuelto.

-Bueno… con probar no pierdo nada.

Llegó a la casa, buscó el envase para la orina y de ahí a la vivienda de Josefina. Tras contarle sus dolores, introdujo el pomito en el sofisticado equipo electrónico, procesador de datos clínicos.

Aquello parecía una escena de ciencia ficción: las luces destellaban brillantes colores una y otra vez, hasta que finalmente salió una hoja que llevaba impreso un texto con voz acompañante:

-Diagnóstico: Inflamación de los tendones de la mano derecha. Prescripción: Sumérjala en agua tibia durante dos semanas. Evite realizar esfuerzos con ella.

Pasaron algunos días y para salir de dudas, “Remi”, el musical, cogió un vaso de muestra, le echó un poco de agua de la pluma, la mezcló con orina de su mujer y de su hija y se fue a casa de Josefina. Habló con ella, introdujo el vasito en el lugar indicado y la máquina comenzó a trabajar aceleradamente.

Las luces entablaron un parpadear incalculable, centelleaban cada vez con mayor intensidad, “Remi” temblaba inconteniblemente, sus ojos parecían alejarse de las órbitas y cuando creía estallar, salió un papel impreso, con la acostumbrada v oz asociada:

-Diagnóstico: El agua de su pluma es salobre y perjudicial para los riñones. Prescripción: Reúnase con María Luisa Carrasco (MLC) y compre un filtro anticalcáreo. Su hija es alcohólica. Sométala a un tratamiento de desintoxicación. Último diagnóstico:

Su mujer está embarazada de gemelos y usted no es el padre. Prescripción: Consulte rápidamente a un abogado.

Apenas pude reír a mis anchas. Una v oz, desde el interior de la cola, incorporaba un matiz diferente a la escena:

-¡Caballeros, se acabaron los pollos!

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