La “levedad” de ser Alexis

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Por Dayami Monges Corrales | 9 marzo, 2023 |
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FOTO Rafael Martínez Arias

Si Milán Kundera escribiera una novela sobre Alexis de La O Vázquez, también estaría signada por los desencuentros de la vida y una amalgama de sentimientos que describen al ser humano. En esta trama solo agregaría un toque de compenetración con el feminismo.

Algunas mujeres lo recordarán por su frase acostumbrada, “por favor, señorita”, otras por la actitud y la firmeza con la que asume las dificultades ajenas, pero en la Casa de orientación a la mujer y la familia (COMF), en la cual es colaborador e instructor, lo bautizaron como El Padre de la casa.

“Lo mejor de ser parte de esta institución feminista es enseñar, impartir cursos, hacer que se sientan realizadas, activas en la sociedad, después de 17 años allí, soy como un medio básico de ellas”.

Para Alexis no existen los imposibles, le gusta ayudar, porque cree en el mejoramiento humano y no teme arriesgarse, aprendió desde pequeño el valor de las segundas oportunidades, aunque no siempre contó con ese privilegio.

“Llegué a la COMF por una vecina que tenía problemas, la secretaria de la Federación de Mujeres Cubanas colaboró en este proceso y me sumé, así fui hasta Pilón, me siento comprometido porque soy parte del pueblo”.

“Me gusta lo que hago, soy feliz cuando veo a mis alumnos trabajando y me saludan con ese cariño”, dice y sabe que es gratitud de aquellos a los cuales no desamparó.

Alexis es instructor de Gastronomía y atiende la zona comprendida entre el restaurante La Presa, en Bayamo, y el sitio conocido como 727, en las cercanías del municipio de Río Cauto.

No está solo, tiene una familia afectiva, además, cuenta con el apoyo de su director, Osmel Manso, a quien le reconoce la disposición de colaborar con la institución y sus proyectos.

“He ido hasta Pinar del Río con las mujeres creadoras, las historias de ellas te marcan, me siento en familia en su compañía, son parte de mí”, afirma, y aunque no lo dice, por su humildad, él también es parte de ellas.

“A veces llego a la casa y hay tres o cuatro personas esperando, allí me siento con ellos, hablamos, nos da la 1:00 de la madrugada en ocasiones, pero me hace feliz”.

Como todo buen cubano es un todoterreno en su diarismo, organiza, junto a sus alumnos, actividades en el Hogar de ancianos de la capital granmense, visita la Casa de los niños sin amparo familiar, “esas casitas son mías”, expresa. Son de él para llevar la chispa eventual de la felicidad, siente que un pedazo de su corazón les pertenece.

Minutos antes de finalizar la conversación sonó su teléfono, una voz del otro lado de la línea dijo, “papá, estoy acá afuera” y él le contestó, “dame un momento que hablo con una hija muy querida”, ahí supe que tengo muchos hermanos, otro padre y un café pendiente, para ampliar la charla sobre el emprendimiento femenino y las ganas de apoyar a otras mujeres.

 

 

 

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