
El arte de la luthería, cimentada en la Edad Media, es una vieja tradición familiar en que los padres o familiares cercanos instruían a los suyos en el manejo de habilidades en ebanistería y diseño. Algo parecido sucedió al protagonista de este trabajo.
“Mi hermano mayor, Edilberto Rodríguez Batista, construía y reparaba instrumentos musicales de cuerdas, aquella iniciativa se apoderó de mí cuando frisaba los 15 años de edad, de manera que heredé el oficio y luego emprendí el camino en solitario, como se dice en el argot artístico”.
-¿Cómo fue el primero?
–¡Imagínate!, aquella guitarra, de sonido raro, tenía desequilibrios en la estructura, sin la calidad requerida y escasos mis conocimientos de pruebas de moldes y diseño, que requieren investigación y estudio.
“De todas formas lo intenté desde mi visión empírica y pensé que el próximo quedaría mejor, por eso no deseché la idea”.
-¿Qué sucedió después?
– Presté atención a los fallos iniciales: ajustar la tensión de las cuerdas y el mástil, pulido del diapasón, cambio de piezas, la madera y técnica a emplear en cada caso, la pintura, el acabado y como jamás me vencieron las dificultades, continué el trabajo.
“Pasaron los años y la práctica sistemática en ese oficio me aportó mayores elementos en la restauración, sobre todo de guitarras, tres y laúd”.
-¿Desde su punto de vista cuáles son las características que deben primar en un luthier para el trabajo acústico?
-Por tratarse de un oficio tradicional, que requiere entrega y dedicación al construir o reparar el instrumento, el ejecutor debe tener vínculo estrecho con la música para conocer la sonoridad, sentirse parte del proceso artístico y contar con un local y herramientas necesarias para la creación”.
-¿Y en su caso?
-Siempre me gustó cantar y tocar guitarra. Con mi hermano fundé el dúo Gema, muy seguido en Bayamo. Luego formamos el trío Los tres amigos: Ángel Labrada, Roberto Estrada y yo. Realizábamos actividades en el municipio, grabamos un disco y otros temas en cassette.
“Por cuestiones de la vida fui a vivir a La Habana, en el año 1996, allí formé otro trío, el proyecto decayó cuando el cantante primo sufrió un accidente cardiovascular y el trío no pudo continuar”.
-¿Qué experimenta un luthier al ejecutar su labor?
– En mi caso lo asumo como un hobby, siento que realizo algo útil en la vida, a favor de los aficionados o profesionales. Eso me reconforta, tanto es así que a los 83 años de edad, mantengo la tarea aun cuando las fuerzas no me acompañan”.
-¿Relevo?
–Está asegurado. Mi hijo Leonardo Rodríguez Labrada sigue los pasos como luthier y, logrando técnicas superiores a las mías, sobrepasó los límites que alcancé”.