
Leonardo Rodríguez Labrada, es un joven bayamés que se apasiona al tocar la guitarra y mucho más al saberse luthier, oficio milenario, necesario e incomprendido localmente, al que ha dedicado sueños y vida laboral.
-¿Cómo fueron los inicios?
-Mi padre Rogelio Rodríguez Batista, me invitó a seguirle los pasos en la reparación de instrumentos musicales de cuerdas pulsadas y frotadas: coger rajaduras, zafar puente, montarlo, hacer una cejilla…
“Pronto le propusieron abrir un local en la calle Martí, pero como pensaba mudarse para La Habana y yo había egresado del Taller de Luthería, ubicado en San Ignacio y Muralla, en La Habana Vieja, me encomendó la misión.
“Allí permanecí alrededor de cinco años y construimos algunas guitarras, Tres y Laúd, destinadas al Plan Turquino”.
-¿Qué experimenta quien asume la tarea?
-Algo inexplicable. Devolver la vida útil a un objeto musical que, por determinadas razones, dejó de funcionar resulta maravilloso”.
-¿Convenios de trabajo?
-Hace algunos años, por indicación del director de la Oficina del Historiador de La Habana, Eusebio Leal, nos visitó el encargado nacional del Taller de Luthería, para reparar violines y otros instrumentos de la Escuela provincial de arte.
“Se le propuso a la dirección de ese centro, destinar un espacio en la institución para la restauración, pero no fructificó la idea y el invitado se marchó.
“En el 2002 recibí una indicación del Instituto Cubano de la Música, de construir un contrabajo, empeño replicado en Santiago y Camagüey. La noticia nos sorprendió y asumimos la tarea, al tal punto de ser los primeros en terminar.
“En reunión sostenida en el cine Céspedes, con el entonces Viceministro de Cultura Abel Acosta, dijo que era el primer contrabajo realizado en un establecimiento estatal cubano, desde el triunfo de la Revolución, y dada su representatividad patrimonial se colocaría en el Museo de la Música.
“Para comprobar la sonoridad fue prestado a un cuarteto de Jazz, de Venezuela, durante una Feria del libro en La Habana, jamás supimos el destino de lo creado y quedamos en el anonimato.
“Directivos culturales, acogieron entonces la propuesta de construir, en primer momento, cuatro contrabajos al año, con una ficha de costo de 324 dólares en aquel momento. Pasaron los años y al no ejecutar lo previsto, solicité la baja”.
-La máxima dirección del país habla del ahorro de importaciones y esta idea ayudaría a tal empeño.
-Inspirado en esa premisa llegó a Bayamo el compañero Roberto Mayor Soto, procedente de Santiago de Cuba, quien dirigió por dos años el proyecto. Lamentablemente murió el director de Cultura provincial, el apoyo decayó a partir del deceso, Roberto volvió a Santiago y yo a mi casa.
“Ahora tengo un taller de luthería por cuenta propia, en Avenida de los Mártires número 81 altos, entre 15 y 17, reparto El Valle, en Bayamo y recibo instrumentos de cualquier parte del país. No tuve otra alternativa”.
Y como en los cuentos de horror, refiere Leonardo, que hace varios meses reparó cinco guitarras y un Tres, pertenecientes a la Escuela Técnica General Milanés y, no obstante los reiterados avisos para el pago del trabajo, todavía duermen en su taller los instrumentos restaurados.
una pena que oficios como el del luthier se valoren tan poco .mis respetos para todos aquellos que hacen esta labor.