Hace 128 años, cerca de las 10:30 minutos de la noche, llegan José Martí y Máximo Gómez a las costas cubanas por Playitas de Cajobabo, en Guantánamo, procedentes de Haití.
El último tramo lo hicieron desde Haití a bordo del vapor Nordstrand. Y en la noche del 11 de abril se trasladan a las costas, en una chalupa, para incorporarse a la guerra iniciada el 24 de febrero de 1895.
Ya se encontraban en Cuba los tres grandes de la Guerra Necesaria: Antonio Maceo, Máximo Gómez y José Martí.
Los acompañan los generales Francisco Borrero y Ángel Guerra, el coronel Marcos del Rosario y el capitán César Salas.
Desafiaron los peligros del tiempo, la oscuridad de la noche, sufrieron la pérdida del timón del bote y se quedaron a la deriva. Pudieron haber naufragado al chocar o irse por encima de una de aquellas rocas, en fin, se logró una gran hazaña imponiéndose a las adversidades.
Gómez, ante aquella noche oscura con un mar embravecido, dice “parece un negro manto funerario donde nos debemos envolver para siempre”, así avanzan desafiantes en busca de la libertad.
“Dicha grande” siente Martí al pisar la tierra amada. Luchar por la independencia de Cuba era su mayor empeño. Ninguna dificultad impidió su plena felicidad de estar en los campos cubanos.
Martí y Gómez habían rubricado el 25 de marzo el histórico documento conocido como el Manifiesto de Montecristi, documento que sin dudas constituía el programa de la Revolución, con sus objetivos y propósitos, además Martí era el Delegado del Partido Revolucionario Cubano (PRC), organización creada para dirigir la lucha, y el Generalísimo Máximo Gómez ostentaba el colosal grado militar del Ejército Libertador.
El día 15 de abril, Gómez, con todas las facultades que poseía como General en jefe, consulta con otros dos generales y deciden otorgar el grado de mayor general del Ejército Libertador a José Martí, como reconocimiento a su papel de organizador de la guerra.
De Martí recordamos esta breve cita: “Yo evoqué la guerra. Mi responsabilidad comienza con ella, en vez de acabar”. Y a Gómez pertenecen las siguientes palabras: “¡Soldado! llegaremos hasta los últimos confines de Occidente, hasta donde haya tierra española, allí se dará el Ayacucho cubano”.
Esto demuestra que ambos organizadores estaban ansiosos por ocupar su lugar en la lucha armada contra el colonialismo español.
El arribo de Antonio Maceo y Flor Crombet, primero, y de José Martí y Máximo Gómez días después a tierras cubanas, abría una nueva etapa que definía los destinos de esta tierra caribeña.
Tal es la satisfacción de José Martí que le confiesa a Estrada Palma al estar ya en los campos cubanos, “únicos en que al fin me he sentido entero y feliz”, alegrándose solo de su “dicha”, porque le “da fuerza pública”.
En Playitas de Cajobabo, actualmente, está el Monumento Nacional realizado en los años 1928 y 1929 por los miembros de una sociedad masónica. Es un conjunto construido en mármol con la base en forma de un bote, y lo conforman, además, dos bloques con inscripciones sobre la vida de Martí y Gómez. Hay dos sables, como símbolo del arma que utilizaron los mambises durante las guerras de independencia, y en la parte superior un pivote correspondiente a una reconstrucción realizada en 1947.
En 1986, al cumplirse el aniversario 150 del nacimiento de Gómez, la base del obelisco fue renovada, y los sables, originalmente de granito y acero, se reemplazaron ante el deterioro por unos de bronce en 1995, cuando el centenario del desembarco.