Caballos en el precipicio

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Por Osviel Castro Medel | 6 mayo, 2023 |
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FOTO Rafael Martínez Arias

Cuando, el 29 de marzo,  inició la 62 Serie Nacional de Béisbol ni los más pesimistas imaginaron que a la altura del juego 35 los actuales campeones de Cuba estarían en el frío sótano, con apenas 13 triunfos y 22 fracasos.

Se sabía que la selección estaría golpeada por varios factores, que incluían las ausencias de su director -con el que alzó cuatro veces el título-, de su receptor titular, de su coach de pitcheo y de algunos peloteros curtidos.

Aun así, varios especialistas expresaron que los Alazanes debían estar entre los ocho clasificados del país, teniendo en cuenta su nómina, en la que reaparecía Alfredo Despaigne Rodríguez, un referente de la pelota en Cuba.

Granma arrancó con victoria ante Matanzas, su víctima de los últimos dos años en la discusión del título nacional, y ese triunfo podía hacer presagiar  una buena arrancada para borrar tendencias de otros tiempos, en los que el equipo no “carburó” desde el principio.

A la altura del décimo juego no había demasiado de qué alarmarse pues los pupilos del debutante director Leonardo Soto Agüero exhibían cinco éxitos e igual cantidad de derrotas, un balance aceptable porque sus rivales habían sido Cocodrilos y Huracanes, conjuntos hipotéticamente de la élite.

Sin embargo, a partir de ese momento, cuando llegó la primera gira (Pinar del Río, Isla de la Juventud y Camagüey) comenzaron a aparecer montañas inmensas para los Caballos, que terminaron casi desbocándolos al precipicio.

Seis de las principales figuras tuvieron que salir de juego, entre ellas César García, lesionado del brazo de lanzar, y el propio Despaigne, quien reapareció contra Villa Clara, después de perderse 20 choques. César, figura número uno del staff, debería haber aportado tres o cuatro victorias.

El estilo perdedor del mencionado periplo (5-10) se mantuvo al regresar a casa porque no se pudo levantar cabeza ante Holguín y Villa Clara (3-7), guarismos que acabaron de hundir a los granmenses en la tabla.

Lo cierto es que desde el partido 11 hasta el presente, los Alazanes han perdido en 17 ocasiones y solo han podido salir airosos ocho veces. Estos números aplastan y hacen pensar en la no clasificación de los monarcas, aunque los más soñadores esgriman lo contrario.

A falta de 40 desafíos –poco más de la mitad- Granma debería ganar 30 y solo perder 10 para tener un cupo seguro en los play off, atendiendo a las proyecciones de la actual tabla de posiciones.  En el mejor de los casos, con demasiada suerte, pudieran ser 28 o 29 victorias, pero nunca menos de 26.

Se ha dicho más de una vez que la pelota es redonda y viene en caja cuadrada, expresión  que refleja las numerosas sorpresas en un deporte de reacciones rápidas, pero también de pensamiento y análisis.

La mesura periodística aconseja no dar por descartada una clasificación (sería en uno de los últimos cupos), pero tampoco llenarse de ilusiones por un equipo que hasta hoy no ha funcionado.

El porrazo asestado por Villa Clara hace dos días, cuando Granma ganaba 7-0 a la altura del sexto episodio y terminó perdiendo 7-12 pudo haber mellado (todavía más) el aspecto emocional, tan importante en la pelota.

En su momento, sería oportuno profundizar en las causas de este letargo equino, el que, dicho sea de paso, no está originado por el accionar de una sola persona.

Poco valdría ahora empezar a despotricar contra atletas y técnicos, lanzar teorías con los ojos cerrados  y atacar a un equipo que nos ha dado glorias (como hacen varios fanáticos).  Cuando las cortinas del campeonato se cierren –clasifiquen los Alazanes o no- habrá tiempo para la reflexión, la sugerencia y la crítica constructiva. Para aportar ideas en aras del béisbol en Granma, que necesita seguir siendo luz y no tiniebla.

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