El universo que es mamá

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Por Dayami Monges Corrales | 15 mayo, 2023 |
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FOTO Rafael Martínez Arias

La familia monoparental compuesta por uno de los progenitores, casi siempre mamá y sus hijos, se ha convertido en un suceso cada vez más común.

Después de la revolución sexual en la década de 1970, la mujer ganó protagonismo dentro del marco familiar, aunque, previo a la fecha, las amas de casa se comprendían como la columna del hogar. Este tipo de núcleo siempre existió, pero los prejuicios en cuanto al hecho lo formulaban como una vergüenza frente a lo tradicional.

ANTES DEL ´59, CATA

Abuela Cata se casó a los 18 y tuvo cinco hijos. Quedó viuda antes de los 30, pero no le faltó ningún recurso, porque su papá los llevó a vivir con él. Más tarde, el progenitor falleció.

La situación se tornó compleja. De las comodidades pasaron a la humildad de una casita, que cuando llovía, se mojaba más dentro que afuera.

Cata dominaba el bordado con tal maestría que sus manos trabajaron para alimentar a los cinco retoños. No tuvo otro esposo, temía algún tipo de agresión hacia las hijas.

Dentro de la descendencia hubo un solo varón, Raúl, que se las ingenió junto a su madre para suplir las necesidades básicas del hogar, y para que las niñas no fueran empleadas en la casa de cualquier personaje, con costumbres malintencionadas.

Esta historia la comenta abuela Sonia, hija de Cata, que crió a sus cuatro chicos en un matrimonio, que solo rompió la muerte.

IDEAS, AVANCES

En Cuba, a pesar del legado patriarcal, a las mujeres se les posibilitó, después del triunfo de la Revolución, estudiar o continuar con sus estudios, también  la superación profesional y el acceso a cargos de dirección, de manera tal que desempeñara a plenitud su rol en la sociedad.

La influencia de nuevas corrientes ideológicas y el trabajo de las féminas en diferentes escenarios sociales hicieron que la mujer ganara respeto, reconocimiento y derecho a elegir lo que creía correcto para ella misma.

Magdenis Fombellida Valdés, psicóloga y profesora auxiliar de la Facultad de Ciencias Médicas de Bayamo, explica que “en años anteriores sí hubo cierto recelo al ver a las madres que criaban solas a sus hijos, lo cual era producto en ocasiones de una decisión personal para proteger a los chicos de un padrastro, generalmente, en el caso de las niñas”.

Fombellida Valdés agrega que “es también el ejemplo de la madurez de ciertas mujeres que no aceptaban a cualquier persona como pareja, tal vez tratando de superar procesos anteriores, traumáticos, o con la intención de mantener su estabilidad”.

LOS 90´S, SUSANA

Susana se casó a los 20 años y por una triste jugada del destino, perdió a su bebé. La unión conyugal se deshizo. Cinco años transcurrieron para que volviera a quedar embarazada, el padre del bebé era un hombre casado, pero ella decidió tener a la criatura, sola.

El niño nació en el año 1991, cuando iniciaba en Cuba el denominado período especial. En esa etapa aprendió a hacer diferentes tipos de dulces para venderlos.

A pesar de sus habilidades siempre contó con el apoyo de su familia, y en ese ambiente de sacrificio y emprendimiento sacó adelante a su pequeño.

VISIÓN SOCIAL

Las madres cubanas se enfrentan a diversos escenarios en la comunidad, entre ellos los laborales, para buscar alternativas que no limiten su misión proveedora.

Yamile González Cabrales, especialista en Derecho Civil y de Familia, expresa que “existen parámetros que amparan a las mujeres y madres dentro de la Ley cubana, dígase en el Código de las familias o el Código de Trabajo, este último requiere de actualización con un enfoque de género”.

Entre los conflictos expuestos por González Cabrales, sobresalen las dificultades para optar por determinados puestos de trabajo, el acceso a los círculos infantiles necesidad no solo de las madres trabajadoras, sino de padres, abuelos u otras mujeres que trabajen en el sector no estatal.

Magdenis Fombellida Valdés agrega que, en la sociedad cubana, “las mujeres se analizan como fuertes, empoderadas, capaces de crear espacios de autosuperación, de cuidar y alimentar a sus hijos, también a otros familiares, autónomas e independientes”.

La psicóloga destaca, además, un hecho de análisis actual, las migraciones, este suceso en el cual, con regularidad, el hombre es quien abandona el hogar, deja que la mujer explote su dualidad madre-proveedora con mayor responsabilidad, aunque en otros núcleos este papel es común para ellas.

Mamá, en pocas ocasiones, abandona el nido y deja a sus pequeños al cuidado de alguien más; sin embargo, existen familias monoparentales que están a cargo de un hombre y son igual de funcionales.

Por su parte, la especialista de Derecho Civil y Familiar refiere que “en Cuba abundan las familias nucleares, cónyuges e hijos, familias monoparentales y dentro de ella, pues están en gran número encabezadas por mujeres, debido al fenómeno migratorio, hay muchas familias que podemos llamar transnacionales, en las cuales uno de los miembros principales abandona el país, pero no pierde vínculo con sus parientes”.

Educar a los menores es un reto en cada hogar, y  demanda tiempo, interés, motivación. En los núcleos tradicionales el juego de roles se ve distribuido en ambos padres.

Los casos monoparentales centran su ejemplo en un solo adulto y por tanto, el menor se involucra en cada proceso lo que, generalmente, introduce una colaboración temprana en las actividades de la casa.

Fombellida Valdés considera, desde una perspectiva actual, que la crianza de un chico o chica dentro de una familia monoparental puede fomentar la creatividad, la madurez, el desarrollo de habilidades en la formación de un adulto autónomo y colaborador.

DESPUÉS DEL EFECTO 2000, CLAUDIA

Claudia vivió su juventud con una ideología posmoderna. No se aferró a la idea de un solo hombre. Conoció a Fernando cuando tenía 25 años y formalizó su unión, planeó un matrimonio para toda la vida como antes lo había visto en sus padres.

El esperado embarazo llegó a los 30. El período de gestación borró el cuerpo de criollita y la pasión de la cama. Cuando dio a luz, ya Fernando tenía una amante y otro horizonte. La niña cumplía ocho meses el día que, debajo de un aguacero de marzo, él le recogió sus pertenencias en un maletín y las mandó a la calle.

“Tuve que empezar de cero -comenta- lo primero fue reunir fuerzas para continuar, estaba destruida emocionalmente, pero tenía a la niña”.

De acuerdo con los especialistas que tratan a su hija, esta crece con la necesidad de la figura paterna, pero expresa que quiere ser fuerte como su mamá.

MONOMARENTAL

La revolución sexual también significó el cambio de ideología y la inserción de nuevos vocablos. Monomarental fue el concepto para enfatizar lo común que era y es, la responsabilidad femenina en este tipo de familia.

“En el aspecto legal falta mucho por hacer, la Constitución aprobada en el 2019 y el Código de las familias del pasado 2022 son puntos de partida en el reconocimiento que hace la Ley al derecho de igualdad”, expresa Yamile González Cabrales.

El incremento de los núcleos monoparentales es una realidad, que manifiesta la toma de decisiones en una pareja. Los divorcios, aunque hoy día fragmentan la estructura tradicional de la célula más importante de la sociedad, constituyen una solución ante conflictos que, pueden lacerar el ambiente hogareño.

Fombellida Valdés explica que “las familias monoparentales son una manera más de demostrar a las nuevas generaciones, las diferentes formas de vivir en familia, el éxito radica en el empeño que se le ponga a la educación y a las funciones dentro del hogar”.

Ciertamente, las mujeres se crecen, se convierten en seres de luz que transmiten a su descendencia la fortaleza, solo mamá para llevar en su corazón el peso de miles de ideas, responsabilidades y al final del día, dar las buenas noches con la sonrisa más fiel del universo.

 

 

 

 

 

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