Trump contra Cuba

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Por Ezequiel Morales Morales | 16 mayo, 2023 |
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Durante el primer y único mandato de la administración de Donald Trump, no hubo un solo sector de la economía y de la sociedad cubana que no sintiera el efecto de la  política hostil que el gobierno de los Estados Unidos, eufemísticamente, llama embargo, pero que en realidad es un bloqueo, aún más, un cerco económico comercial y financiero.

Las visitas a Cuba, ya sean individuales o en grupos de turismo, por  los beneficios para la economía del país, como fuente de ingresos, constituyeron  blanco de ataque constante. En su afán de dañar a Cuba, la táctica fue emitir “alertas de viajes”  bajo el pretexto de supuestos riesgos para la salud, a fin de desestimular a los posibles viajeros. Para estrechar aún más el nudo corredizo, estas  advertencias  fueron sucedidas por la prohibición de cruceros, la suspensión de la subcategoría de viajes educacionales “pueblo a pueblo” y la modificación de dos de las licencias que permitían las llegadas de ciudadanos estadounidenses a Cuba.

Mientras, con hipocresía, el gobierno de los Estados Unidos declara que las presiones del bloqueo son para favorecer al pueblo cubano, hace todo lo contrario.  Téngase en cuenta que durante la administración de Donald Trump, conformaron una  lista de alojamientos prohibidos en el país caribeño, que incluyó 422 hoteles y casas de renta, algo que constituyó un desestímulo adicional a los viajes y, en consecuencia, los ingresos de las personas que tenían ya montadas sus casas de renta y otros negocios, sufrieron el impacto negativo de la medida.

Adicionalmente, se cancelaron los vuelos regulares y chárter a todo el país, excepto a La Habana, cuyas frecuencias también fueron limitadas. Los efectos de este anuncio alcanzaron tanto a ciudadanos estadounidenses como a las familias cubanas.

La remesa familiar fue otro de los blancos del gobierno de los Estados Unidos. Se dispuso limitar el monto de los envíos a mil USD por trimestre, cifra que para usted o para mi puede seguir siendo alta. Sin embargo, para los emprendedores resulta insuficiente, pues las remesas eran una importante fuente de capital para sus negocios y, en consecuencia, la decisión causó un impacto negativo muy fuerte.

De igual manera, se implementó  la suspensión de las remesas no familiares. Es decir, que quienes no fueran familiares suyos, no podían enviarle dinero.

Otra acción fue la prohibición de envíos desde terceros países mediante Western Union.  La imposibilidad de tramitar remesas con las empresas Fincimex y AIS eliminó los principales canales formales para efectuar los envíos.

La obstrucción de la cooperación médica de Cuba con otros países y el ingreso por este concepto, fue otra de las tácticas empleadas por la administración de Donald Trump. Con el objetivo de eliminar esta importante fuente para el país, se montó una campaña de descrédito a la profesionalidad del personal médico que brindaba cooperación internacional. El gobierno de EE.UU. impulsó el fin de los convenios con varias naciones del área e incrementó las presiones hacia organizaciones multilaterales y terceros países. Además del innegable costo humano de estas acciones, al privar de los servicios de salud a comunidades necesitadas que por primera vez lo recibían, el impacto económico para Cuba ha sido considerable.

En el área del comercio y los negocios, los cambios regulatorios emitidos por los departamentos del Comercio y el Tesoro desmontaron disposiciones y crearon nuevos instrumentos coercitivos. Se reimpuso a Cuba la medida que impide la importación de productos de cualquier país que contengan más de un 10 por ciento de componentes estadounidenses. En una economía globalizada, ello constituye una traba real para adquirir insumos necesarios, independientemente del mercado de origen.

Con el interés de coartar uno de los principales rubros exportables, se prohibió la importación en EE.UU. de ron y tabaco de origen cubano, anuncio que se combinó con una retórica dirigida a desacreditar esos productos.

La creación de la Lista de Entidades Cubanas Restringidas por el Departamento de Estado, con las cuales personas sujetas a la jurisdicción estadounidense tienen prohibido realizar transacciones financieras directas, persiguió frenar el comercio exterior y la exportación de bienes y servicios. Suman 231 las empresas incluidas en el listado.

Destacó la decisión de no renovar la licencia de operaciones en Cuba de la compañía hotelera Marriot International, con el fin de sembrar un clima de incertidumbre en la comunidad de negocios.

Las afectaciones para la actividad del sistema empresarial y las operaciones comerciales del país fueron considerables, en tanto contrapartes extranjeras en ocasiones interpretaron que no podían relacionarse con Cuba o seguir operando con entidades sujetas a medidas coercitivas.

Durante el gobierno de Trump tuvo lugar una minuciosa persecución a las operaciones bancario-financieras de Cuba. De las 22 penalizaciones monetarias impuestas por la Oficina para el Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) a compañías que violaron las leyes del bloqueo, nueve fueron contra entidades de este sector. Se apreció un notable incremento en los reportes de cierre de cuentas bancarias, denegación de transacciones y otros obstáculos que enfrentan representaciones diplomáticas y de negocios en el exterior, como resultado de las presiones de EE.UU. y debido al carácter extraterritorial del bloqueo.

El corte al suministro de combustible a la Perla del Caribe fue también impactante. En paralelo a la estrategia contra Venezuela y bajo el pretexto de la supuesta injerencia de Cuba en ese país, se adoptaron medidas contra buques, navieras, compañías aseguradoras y reaseguradoras vinculados al transporte de combustibles. Solo en 2019 fueron penalizadas 53 embarcaciones y 27 compañías. Las presiones contra los gobiernos de registro o bandera de las embarcaciones también fueron notables.

MEDIDAS ADICIONALES

El esquema de la política hacia Cuba combinó las severas medidas de bloqueo con acciones adicionales, que tributaron a sostener en el tiempo la sistematicidad de las sanciones implementadas y a crear un clima de agresividad permanente. A ese objetivo respondieron las restricciones de visa y otras disposiciones contra altos dirigentes cubanos. En adición a esto, los informes del Departamento de Estado sobre derechos humanos, libertad religiosa, trata de personas y terrorismo, reforzaron la retórica contra Cuba y el descrédito en estos ámbitos.

De igual manera, la inclusión del archipiélago en listados arbitrarios y unilaterales sin ningún fundamento ni fuerza moral para hacerlo, persiguió los objetivos de demonizarlo, y satisfacer las demandas de los sectores anticubanos. Un ejemplo de ello es la designación de Cuba como Estado patrocinador del terrorismo, algo totalmente sin fundamento, lo que  representó el punto culminante en el empeño de impedir cualquier proceso de avance y eventual mejora de las relaciones bilaterales, como se había ya iniciado en el segundo mandato de la administración de Barack Obama.

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