
Los problemas sociales en Cuba se habían agravado como resultado del crecimiento de la población y el subdesarrollo de la economía estancada desde hacía muchos años atrás.
Seiscientos mil desempleados constituían la reserva laboral del país que era utilizada para hacer las zafras azucareras, decenas de campesinos pagaban rentas o vivían como precaristas en tierras reclamadas por latifundistas; la clase obrera era explotada despiadadamente; el analfabetismo, la insalubridad, la miseria, los abusos, la malversación, el juego, la prostitución y los vicios reinaban por dondequiera.
En medio de esta situación la ideología burguesa y pro imperialista dominaba el escenario político. El anticomunismo marcaba la tónica en todos los medios de divulgación masiva, desde la radio y la televisión hasta el cine, pasando por los periódicos, revistas y libros.
Existía un grupo abnegado y combativo de comunistas cubanos, pero la burguesía y el imperialismo habían logrado aislarlo políticamente. La supremacía dominaba de manera autoritaria la política nacional.
Tal era el cuadro del país en vísperas del 26 de julio de 1953.
Fidel, jefe de aquel movimiento con su capacidad de aglutinar, se opuso a esta división que debilitaba el sentir del pueblo y así fue reclutando gente joven dispuesta, honesta, sincera, con vocación revolucionaria.
Miembros del Partido Ortodoxo fueron los primeros en incorporarse a aquel movimiento. Luego se sumaron los campesinos, estudiantes, obreros, profesionales que deseaban hacer algo para acabar con este sistema de oprobio.
Fidel con claridad meridiana explicaba con detenimiento la línea de trabajo trazado y los sacrificios que entrañaban tal acción.
Decía Fidel…”Todo el que ingrese en el movimiento lo hará como soldado de fila. Los méritos o cargos que hubiera tenido en el partido ortodoxo no cuentan para nada aquí. La lucha no será fácil y el camino a recorrer, largo y espinoso. Nosotros vamos a tomar las armas frente al régimen”.
Entre las primeras actividades del movimiento de la Generación del Centenario estuvo el que se le rindió a Carlos Rodríguez asesinado durante el gobierno de Prío.
Le siguió la publicación de un pequeño periódico clandestino denominado SON LOS MISMOS que se distribuyó por primera vez a los asistentes a un acto contra la tiranía en la Universidad de La Habana.
Luego el 16 de agosto de 1952 en el primer aniversario de la muerte de Eduardo Chibás se realizó un acto en el cementerio de Colón y allí los jóvenes distribuyeron el primer número de un nuevo periódico que sustituía el anterior y al que nombraron EL ACUSADOR y que traía en sus páginas dos artículos firmados por Fidel con el seudónimo de Alejandro.
Uno de estos artículos titulado “Yo acuso” enjuiciaba a Batista; y el otro “Recuento crítico del PPC (O)” hacía referencia a la posición quietista e indecisa de la dirección ortodoxa.
Otra de las acciones fue rendirle tributo a José Martí en el primer centenario de su natalicio ante las injurias del régimen tiránico.
Para ello organizaron un desfile nocturno desde la escalinata universitaria hasta la Fragua Martiana, localizada en las antiguas Canteras de San Lázaro. Cada participante llevaba en sus manos antorchas encendidas.
En el “Desfile de las Antorchas”, como se le conoce históricamente participaron estudiantes y trabajadores acompañados por los jóvenes de la Generación del Centenario con Fidel Castro al frente.
Muchos de estos jóvenes procedían de las filas del Partido Ortodoxo, como Abel Santamaría, quien fue el segundo de Fidel.