
El célebre escritor cubano José Lezama Lima, falleció en La Habana el 9 de agosto de 1976.
Se dedicó a la poesía y al ensayo, se le recuerda sobre todo por su faceta de novelista, en concreto por su obra Paradiso, publicada en 1966, de gran repercusión internacional.
Esta obra, que merece un capítulo aparte en la bibliografía del autor, se ha considerado una novela de aprendizaje por la descripción a todos los niveles del proceso de desarrollo del protagonista, José Cemí, desde su infancia hasta la madurez.
El conjunto de la narración muestra una imagen arquetípica en el sentido del platonismo de Cuba que es a la vez un contrapunto actualizado con las páginas del diario de Cristóbal Colón, que describen la edénica belleza de la isla recién descubierta.
De estilo barroco, y considerado uno de los autores más importantes de la literatura hispanoamericana, ha influido en una gran cantidad de escritores de su época y posteriores.
Estudió en el colegio Mimó y se graduó de bachiller en 1928, en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. Doctorado en Leyes en 1938, trabajó en un bufete y después, desde 1941, en las oficinas del Consejo Superior de Defensa Social en el Castillo del Príncipe.
Pasó más tarde (1945) a la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación como funcionario. Viajó a México en 1949 y a Jamaica en 1950.
Participó en las revueltas estudiantiles contra la dictadura de Gerardo Machado y fundó varias revistas, como Verbum (1937), Espuela de Plata (1939-1941), Nadie Parecía (1942-1944) y Orígenes (que fundó con José Rodríguez Feo en 1944 y que alcanzó gran popularidad, hasta 1957).
En esta última revista se expusieron las tendencias literarias de sus fundadores y colaboradores: lirismo estetizante e intelectualismo, clasicismo inclinado hacia el neoculteranismo y ausencia de todo compromiso social, lo que determinó su carácter altamente elitista y le permitió tener entre sus colaboradores a poetas como Juan Ramón Jiménez.
Los principales amigos y compañeros de ruta de Lezama por entonces fueron Cintio Vitier, Eliseo Diego, Virgilio Piñera y O. Smith, además del también poeta y sacerdote español Ángel Gaztelu, que influyó enormemente en su formación espiritual. Aparte de este y otros grupos minoritarios que frecuentó en distintos períodos, la vida de Lezama nunca tuvo una gran resonancia pública, ni antes ni después de la Revolución, a causa de su singularidad y de una precaria salud que colaboraba a su aislamiento.