En el Paso de los Laureles de la Fortaleza San Carlos de la Cabaña el 25 de agosto de 1871, hace hoy 152 años, fue fusilado por los españoles el poeta, escritor y periodista cubano Juan Clemente Zenea, quien se destacaba por manifestarse en contra de los designios del yugo colonial de la Isla.
Había nacido en Bayamo, el 24 de febrero de 1832. Su padre un teniente español y su madre hermana del poeta cubano José Fornaris.
Cursó las primeras letras en una escuela privada en su ciudad de nacimiento. Con apenas trece años se traslada a La Habana donde su talento literario pronto le abre caminos en el periodismo.
Ingresa en el colegio El Salvador, es discípulo de José de la Luz y Caballero, donde manifiesta su inclinación hacía la literatura. En 1846 publico sus primeros poemas en el periódico capitalino La Prensa, del cual llegó a ser redactor.
Su obra literaria aumenta considerablemente a partir de entonces. En colaboración con su tío José Fornaris y Rafael Otero publicó La mujer ¿Es un ángel? ¡No es un ángel! ¿Sí será o no será?
En esta época conoce a Adah Menken, poetisa y actriz que llega a La Habana con una compañía de Nueva Orleans. Mantienen relaciones amorosas y esto lo lleva a perfeccionar sus conocimientos de inglés y francés.
Junto a Idelfonso Estrada Zenea, publicó El Almendares y colaboró en La Voz del Pueblo.
Marchó en 1852 a Nueva Orleans. Nuevamente se encuentra con Adah Menken, y reanudan las relaciones amorosas. Se afilió al club El Orden de la joven Cuba y colaboró en El Correo de Luisiana, El Independiente y Faro de Cuba, en el que aparecieron sus campañas contra el gobierno español.
En 1853 fue condenado a muerte en La Habana, pero gracias a un indulto general pudo regresar al año siguiente a esta ciudad, donde residió por más de diez años.
Poemas suyos fueron incluidos en la recopilación El laúd del desterrado.
A Zenea se le reconoce como un escritor que ejerció gran influencia en la literatura cubana al retomar en sus obras el romanticismo, movimiento artístico y literario que surgió entre finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX en Europa.
En 1871 luego de una entrevista con el presidente de la República en Armas, Carlos Manuel de Céspedes, fue apresado por las tropas españolas cuando intentaba regresar a Estados Unidos junto con la esposa de Céspedes.
En prisión escribió 16 composiciones que fueron reunidas póstumamente bajo el título Diario de un mártir.
Horas antes de ser ejecutado escribió los versos del poema A una golondrina, que prefigura su triste destino: “Mensajera peregrina, / Que al pie de mi bartolina /Revolando alegre estás/¿De dónde vienes, golondrina?/Golondrina, ¿a dónde vas?/No busques volando inquieta/ Mi tumba oscura y secreta,/Golondrina, ¿No lo ves?/¡En la tumba del poeta /No hay un sauce ni un ciprés!”
En el Paseo del Prado, una estatua de bronce sobre mármol blanco, se dedicada al poeta y revolucionario cubano Juan Clemente Zenea. La figura del poeta aparece en tamaño normal y sentado, mientras a su lado se levanta la efigie en mármol de una mujer desnuda con una lira en la mano, que representa la inspiración poética.
En la parte posterior del monumento se destacan grabados los versos “A una golondrina”.
Este conjunto monumentario se inauguró en la segunda década del siglo XX por el escultor español Manuel Mateo, a iniciativa de la hija el poeta, Piedad Zenea de Bobadilla.