Un día como hoy 21 de febrero de mil novecientos treinta y nueve nació Urselia Díaz Báez el en el seno de una familia que le inculcó desde los primeros días el amor a la Patria, el cumplimiento del deber y la disciplina como principios de un verdadero revolucionario.
Desde pequeña fue inquieta, siempre en busca de más superación personal. Profesó inmenso amor a José Martí, nuestro Héroe Nacional.
Mujer, joven y revolucionaria se incorporó a los grupos de Acción del Movimiento 26 de Julio, en el Instituto de La Habana, donde se destaca en las filas clandestinas. Participó en la Conferencia por los Derechos de la Juventud, celebrada a finales de 1952 y en manifestaciones estudiantiles, mítines, protestas en la calle, así como en tareas de agitación y propaganda.
Sus actividades revolucionarias en contra de la tiranía de Fulgencio Batista la llevaron a ganarse el apoyo de sus compañeros de aula y a la vez a convertirse en joven temida de los sicarios de la opresión.
Era una muchacha jovial, alegre y de un carácter enérgico, siempre con una sonrisa en los labios, cursaba el cuarto año del Bachillerato. Su mayor anhelo era estudiar Medicina en la Universidad de La Habana.
Testimonios de su mamá Ofelia cuentan la decisión firme y austera de esta joven que contaba con solo 18 años de edad cuando comenta: “Me tenía confianza, todo me lo decía. No le preocupaba morir, estaba consciente de que ese sería, en muchos casos, el precio de la libertad. Siempre repetía que por uno que muriera se levantarían otros”.
El martes 3 de septiembre de 1957, después de examinar Ciencia Naturales, la última asignatura que le quedaba para concluir el cuarto año de bachillerato en el Instituto de La Habana, Urselia y otros compañeros fueron a una cafetería cercana al plantel. El alboroto juvenil no hacía creer a los demás clientes que allí ultimaban detalles para protestar por los festejos auspiciados por el gobierno para el 4 de septiembre, en ocasión del aniversario del primer golpe de Estado de Batista.
Al llegar a su hogar, luce un bonito vestido estampado, su madre trata de convencerla para que desista de esa misión riesgosa. Un NO rotundo fue la respuesta que escuchó. La operación en el cine América se va a ser realidad.
Una bomba-reloj bien atada al muslo con una cinta adhesiva portaba cuando se dirigió al cine América. Entró y se puso a ver la película. Entusiasmada, el tiempo pasó y de repente se percata de que se ha demorado demasiado. Se dirigió a los baños y unos segundos después el artefacto explotó en sus manos.
Su nombre se registra hoy en la larga y heroica lista de cubanos y cubanas caídos en la lucha por un mundo mejor. La muerte de Urselia Díaz Báez nos legó el ejemplo de abnegación y patriotismo de lo mejor de la juventud cubana.