El 19 de septiembre de 1890, falleció en La Habana el poeta bayamés José Fornaris y Luque, el más popular cantor de la vida de los indios, cuyos versos alcanzaron notoriedad y muchos de ellos musicalizados.
Decir José Fornaris, es decir La Bayamesa, aun cuando el mérito no solo es suyo y sean merecedores del mismo también Carlos Manuel de Céspedes y Francisco del Castillo.
Precisamente, fue este último quien le pidió a Fornaris que compusiera la célebre pieza, junto a Céspedes la crearon y cantaron, por primera vez, el 27 de marzo de 1851, en la ventana de la hermosa bayamesa Doña Luz Vázquez y Moreno, musa inspiradora.
Había nacido el 18 marzo de 1827, en la ciudad de Bayamo: escritor, abogado, periodista y maestro, figura entre los grandes poetas de la nación, y desde sus versos cantó a la libertad y a lasoberanía de la patria.
En la década de 1850, sus ideales independentistas lo llevaron a involucrarse en conspiraciones contra la metrópoli, hecho que atrajo la sospecha y vigilancia de las autoridades españolas.
Fue apresado junto a Carlos Manuel de Céspedes y Francisco del Castillo el 14 de febrero de 1852, enviado a Santiago de Cuba, y con posterioridad desterrados por un mes en Palma Soriano. Más tarde, se libraron de esta condena, pero en noviembre de 1853, se ordenó su destierro a México.
Las autoridades hispanas lo consideraron el principal sospechoso de haber acuchillado un retrato de la reina Isabel II, situado en el salón principal de la Sociedad Filarmónica, durante el desarrollo de un baile al que Fornaris asistió.
Esa pena le fue sustituida por la permanencia en La Habana, donde se encontraba en 1868, al ocurrir el alzamiento de Céspedes en La Demajagua, que dio inicio a la Guerra de los Diez Años.
Como dramaturgo, la crítica lo sitúa junto a Gertrudis Gómez de Avellaneda y Joaquín Lorenzo Luaces, por obras de un alto contenido social como La hija del pueblo y Amor y sacrificio, entre otras, pero su creación más plena es la producción poética, fecunda y rica, teniendo su destello mayor en La Bayamesa, esa pieza sempiterna, que ha recibido múltiples versiones.
Muy ponderados son sus poemarios Flores y lágrimas, Cantos tropicales, El arpa del hogar, El libro de los amores, en lo que destacan sus odas Al Bayamo, Las Cubanas, Mi Patria y Mi vuelta a Cuba, entre otras muchas, algunas de las cuales fueron musicalizadas.
José Fornaris, tras fallecer en La Habana; regaló a la posteridad un gran legado literario y se aseguró, con La Bayamesa, un lugar definitivo en la memoria nacional cubana.