La comercialización en zonas de seguridad peatonal, es una práctica que se ha hecho habitual por parte de revendedores legales e ilegales, pero obstruye el paso de peatones y vehículos, indisciplina social que puede ocasionar accidentes de tránsito.
Basta caminar por algunas de las arterias de la ciudad de Bayamo, sobre todo en repartos periféricos, para encontrar establecimientos comerciales improvisados en cualquier parte.
Aunque se realicen trabajos de prevención por quienes deben hacer cumplir lo establecido, y en otros casos se apliquen multas a los infractores, no son suficientes las medidas de control y vigilancia.
La falta de acompañamiento de los factores implicados en esta tarea de supervisión, y la poca disponibilidad del personal para ejercer la importante función del cuerpo de inspectores, son causas que van en detrimento de la calidad y cantidad de las inspecciones, lo cual propicia el comercio en puntos no autorizados.
Yalili Rodríguez Bello, directora municipal de Inspección, dijo que la obstrucción del ornato público e higiene comunal (violación del decreto 272), desde enero hasta julio, generó multas para mil 575 personas, con una cuota de 100 pesos; mientras el decreto 45, aplicable a quienes entorpecen el paso peatonal en la actividad por cuenta propia, se esgrimió ante mil 50 infractores, sancionados con una cantidad máxima de mil 500 pesos.
Añadió que, por el mismo precepto, se aplica multas hasta de cuatro mil pesos a los que ejercen la actividad ilegal y dificultan el acceso en aceras y vías, o por estacionamiento inadecuado.
El código de seguridad vial, en su artículo 139, prohíbe el estacionamiento en cualquier lugar y forma de todo aquello que obstruya la circulación, y de lo que dificulte la visibilidad de los conductores.
En tal sentido, enfrentar la invasión de los espacios públicos por los comerciantes, requiere no solo la conciencia de los negociantes ambulantes, sino también el concurso de los encargados de hacer cumplir la ley.
Caminar por la calle Saco impone al transeúnte una cautela extrema, debido a las constantes subidas y bajadas de la acera, donde estorban por igual vendedores y compradores, personas detenidas dado su interés en algún producto o aquellos que degustan ofertas gastronómicas.
Lo cierto es que las ya estrechas arterias del centro histórico de la Ciudad Monumento, con aceras de apenas 50 centímetros en varios tramos, parecen encogerse aún más.
La extensión de negocios particulares no debe afectar la movilidad humana ni la circulación vehicular, debido al riesgo que implica para la vida de quienes hacen un correcto uso de la vía pública.