
Otra vez noviembre nos trae aires de tristeza, pues desde aquella fatídica despedida del cubano más grande del siglo XX, los vientos invernales inundan el espacio con fragancias de melancolía, pues aunque la vida continúa, su ausencia ha dejado un vacío, que nada ni nadie lo pueden llenar.
En esta hora de evocación, nada mejor que dibujarlo desde la óptica de quienes tuvieron la dicha de contarse entre sus más cercanos compañeros de lucha, tanto en la guerra, como en los desafíos que dirigir un país entraña.
Y aunque la cifra delos que marcharon a su lado no es pequeña, llama poderosamente la atención los criterios vertidos por cuatro hombres a quien la luz de Fidel deslumbró, cómo suele suceder cuando se mira directamente al astro rey.
Armando Hart Dávalos, destacado combatiente clandestino,además de intelectual y político cubano, expresó que Fidel Castro Ruz llevaba en su conciencia toda la ética y sabiduría política que faltó en el siglo XX: “Ahí está la clave de su personalidad (…) Este rasgo es el más fuerte y enriquecedor de su persona, para ello fue necesaria la tradición cubana y, además, que se alcanzará en lo individual una inteligencia creadora superior. Félix Varela nos enseñó a pensar; José de la luz y Caballero, a conocer; José Martí; a actuar, y Fidel Castro; a vencer.
Con su inmensa cultura, recogió, recreó y actualizó esta tradición en el siglo XX, en lo que he llamado; la cultura de hacer política “(…) Hay quienes han calificado a Fidel de extremista. Están muy equivocados, es un hombre radical, lo que significa, como señaló señaló Martí, ir a la raíz, y ella no está en los extremos, sino en el centro de la verdad y de la acción revolucionaria. En esto consiste su genio político. La inmensa y profunda cultura de Fidel no le resta un ápice de valor para abordar los problemas prácticos y cotidianos que la vida presenta, por el contrario, ante cada uno de ellos deposita su inmensa sabiduría…”
UN CIUDADANO DE EXCEPCIÓN
Por su parte, el destacado intelectual y otrora historiador de la ciudad de La Habana, Eusebio Leal Spengler, refirió que por causa de Fidel nos hemos acostumbrado a que la sociedad y el estado sean presididos por un ciudadano de excepción: “Su ejecutoría no admite discusión, y ya pertenece por entero al devenir futuro. Corresponderá a la historia pronunciar su veredicto. Henos aquí ante el político, el orador, el hombre público…Si se le despoja de todo atributo militar o protocolario, estamos ante un carácter, cuyo acervo se nutre de La Biblia o escritura sagrada, el ideario martiano y el pensamiento revolucionario universal.

“Con un verbo adornado por la llama del carisma, ha vivido bajo la urgencia de los profetas, y posee un concepto ignaciano de la disciplina que ha ejercitado en la lectura, la meditación y la vigilia. Aunque aprecia la buena mesa -y si tuviese tiempo- gustaría de preparar ingeniosas recetas, come poco, cada vez menos, para ser más exacto, lo necesario. Su frugalidad ha podido alarmar a sus íntimos colaboradores, porque jamás esta se corresponde con las agotadoras jornadas de labor que en largos periodos, concluyen al alba.
“Lee por deber y por placer, nadie osa interrumpir esa atracción. Las alas de su imaginación le llevan a la afición literaria, al campo de batalla o los escenarios más remotos de la historia. Admira la antigüedad y sus héroes (…) Más allá de la imagen propagada por abazalladores discursos y alocuciones, es capaz de poner en pie a un selecto auditorio, con una oración de 10 minutos o unas pocas cuartillas. En la mesa puede charlar horas. Pero, en las butacas del locutorio escucha con paciencia, interroga y espera la respuesta de su interlocutor.
“Su entrenamiento se basa en la información, la duda cartesiana, la deducción… hasta hallar lo exacto o lo razonablemente aproximado a la verdad. Fruto de ello, es su memoria. Ama a la soledad y creo que, vivir casi siempre acompañado, resulta el peor sacrificio que la revolución le ha obligado a aceptar. Casi todo lo excusa o lo perdona, excepto la traición.
“Es severo con el desorden, pulcro en detalle. Nadie debe tocar sus cosas, que son pocas y útiles. Le sobrecoge el destino, pero se sabe hijo de la providencia que no anticipa los hechos, ni la vida, ni la muerte (…) Ama y cuida de los suyos -de manera imperceptible-pero su vida personal, solo a él le pertenece. (…) Radicalmente martiano, reserva para el héroe nacional cubano un culto que forjó en los años de su primera juventud. Como de la fuente de agua cristalina, recuerda pasajes, versos y epístolas; le llama con propiedad Apóstol.
“En años críticos he estado entre sus amigos y discípulos más cercanos. Pero de tantísimas impresiones escojo el 5 de agosto de 1994 cuándo -guiado por su instinto- que rechaza todas las formas de cobardía, encabezó un pequeño destacamento para salir al paso a un motín promovido por la marginalidad de la ciudad de La Habana.
“Previamente, había advertido a los compañeros que nadie usara las armas sin una orden suya; para luego prescindiendo de ellas y a pecho descubierto, encarar la plebe que retrocedió ante el estupor de los que le acompañábamos. Avanzó resueltamente y se detuvo al pie del monumento al general Maceo, como quien viene a pagar un tributo; sin haberse derramado una sola gota de sangre de nuestros adversarios”.
DARSE A LOS DEMÁS
Sobre el ídolo de Birán, Ramiro Valdés Menéndez -Comandante de la Revolución Cubana- en una ocasión dijo: “Fidel no necesita en absoluto que se le hagan apologías ni que se le cubra de adjetivos; pero el amor fraternal, el respeto, la obediencia, la confianza y la lealtad sin límites que le profesamos, nos compulsa a ciertas reflexiones que no solo son mías, de sus compañeros y nuestro pueblo. Basta con que digamos, de la forma más sencilla posible, lo que él es y lo que él representa para Cuba y para el mundo, para nuestra historia en los últimos 50 años y para el futuro de la humanidad.

“Si se tratara de un ridículo culto a la personalidad, que el rechaza desde lo más profundo de su conciencia revolucionaria, nuestros enemigos no habrían tratado de organizar más de 600 planes para asesinarlo. Ellos saben mejor que nadie que se trata de una personalidad sin culto, pero que señala con sus ideas, con su cultura, con su liderazgo político y moral, la necesidad y la urgencia de cambiar el mundo; y por eso mismo, el fin de este sistema.
“Al imperialismo no le quitan el sueño ni un marxismo dogmático, ni otros proyectos más o menos trasnochados. El marxismo de Fidel sí les preocupa, porque él sintetiza y actualiza lo esencial del pensamiento liberador de Bolívar a Martí, la historia heroica de Cuba y de todos nuestros pueblos, los ideales humanistas y éticos de la cultura universal, las ideas emancipadoras de Marx, Lenin y otros revolucionarios socialistas, y el conocimiento profundo de las realidades actuales, con sus potenciales peligros, que, como nadie, él ha podido prever e identificar siempre con sagacidad e inmediatez de respuesta.
“Les preocupa su liderazgo indiscutido y unitario al frente de Cuba, su capacidad de convocatoria aglutinadora de las fuerzas progresistas del mundo. Concita su desesperación que haya rescatado para siempre el espíritu internacionalista que el egoísmo de otros tendió a mellar (…) No han podido matarlo ni acabar con la revolución cubana, y por eso mantienen hacia su figura esa guerra mediática sin cuartel que trata en vano de negarlo, calumniarlo y desvirtuarlo ante la opinión pública.
“Esas mentiras se desmoronan cada vez que su presencia, su palabra, pueden hacerse sentir. Fidel es ese ser humano de carne y hueso que nos acompaña, pero también es un hijo de nuestro pueblo, y todo nuestro pueblo revolucionario también en buena medida es Fidel. Desde 1952, cuando comenzó a organizar lo que después sería el asalto al Moncada, su vida ha sido un permanente educar y darse a los demás…”
A LA CABEZA DE LA INMENSA COLUMNA
La última valoración escogida fue la del querido amigo y hermano de lucha argentino, que no era muy dado al elogio, pero que en el caso de Fidel no podía sino hacerlo desde el cariño y la admiración que despertó, el líder y maestro, en el mundialmente conocido como Che: “Esa fuerza telúrica llamada Fidel Castro Ruz, nombre que en pocos años ha alcanzado proyecciones históricas. El futuro colocará en su lugar exacto nuestro primer ministro, para nosotros se nos antoja comparable con las más altas figuras históricas de toda Latinoamérica.

“Hay varias características de su vida y de su carácter que lo hacen sobresalir ampliamente por sobre todo sus compañeros y seguidores; Fidel es un hombre de tan enorme personalidad que, en cualquier movimiento donde participe, debe llevar la conducción, y así lo ha hecho en el curso de su carrera, desde la vida estudiantil hasta el premierato de nuestra patria y de los pueblos oprimidos de América.
“Tiene las características del gran conductor que, sumada a sus dotes personales de audacia, fuerza y valor, y ese extraordinario afán de auscultar siempre la voluntad del pueblo, lo han llevado al lugar de honor y de sacrificio que hoy ocupa. Pero tiene otras cualidades importantes como son: su capacidad para asimilar los conocimientos y las experiencias, como para comprender todo el conjunto de una situación dada, sin perder de vista los detalles, su fe inmensa en el futuro, y su amplitud de visión para prevenir los acontecimientos y anticiparse a los hechos, viendo siempre más lejos y mejor que sus compañeros.
“Con estas grandes cualidades cardinales, con su capacidad de aglutinar, de unir, oponiéndose a la división que debilita; de dirigir a la cabeza de todos la acción del pueblo; su amor infinito por él; su fe en el futuro y su capacidad de preveerlo; Fidel Castro hizo más que nadie para construir de la nada el aparato hoy formidable de la Revolución Cubana. Fidel dio a la revolución el impulso en los primeros años, la dirección, la tónica, siempre. Así vamos marchando. A la cabeza de la inmensa columna -no nos avergüenza ni nos intimida decirlo- va Fidel”.