Manuel Ascunse Domenech: con la luz del farol

Share Button
Por Gislania Tamayo Cedeño | 26 noviembre, 2023 |
0

El 26 de noviembre de 1961 hace hoy 62 años se cometió uno de los más crueles actos terroristas en la historia de la Revolución Cubana.

Cuba se entristeció y su pueblo se llenó de angustia. Habían asesinado a un joven de apenas 16 años de edad. Manuel Ascunse Domenech era víctima de   bandas asesinas que sembraban el odio y el terror.

Desde muy joven se incorporó a las actividades que realizaban los estudiantes en apoyo de la Revolución. En 1960 ingresó en la Asociación de Jóvenes Rebeldes.

En la etapa estudiantil se incorpora a la defensa de la patria.  Ingresa a las Brigadas “Conrado Benítez”, ante el llamado hecho por Fidel Castro para alfabetizar a los campesinos.

Lleno de orgullo, alegre, jovial y con voluntad propia marcho a cumplir con el deber, sin pensar jamás en un regreso por la lejanía familiar y las comodidades del hogar.

Llevaba Manuel consigo el farol, la cartilla y el cuaderno de trabajo, pero más que eso llevaba en su noble corazón la satisfacción de compartir el conocimiento con los campesinos que no sabían leer ni escribir, pues bien sabía que saber leer y escribir es saber andar.

Es ubicado en la zona montañosa del Escambray, en la localidad de Trinidad en Limones Cantero en la casa del campesino Colina y Joseíto,

Por lo intrincado del lugar y difícil acceso cambia con otra joven y es cuando conoce a la familia de Pedro Lantigua y Mariana de la Viña en la finca cafetalera Palmarito. Allí combina las labores de campo con la cartilla y el lápiz para enseñar a leer y escribir a los campesinos.

Operaban en esta zona grupos terroristas y bandas de contrarrevolucionarias que amenazaban a campesinos para que fueran cómplices de sus fechorías. Es así como  conocen que Pedro Lantigua era revolucionario y decidieron quitarlo del camino.

La noche era tranquila. Pero como si los perros olfatearan la cercanía de ajenos a la finca no cesan de ladrar. El viejo campesino agotado de las labores del campo se despierta, poco a poco se levanta con el arma en la mano.

Los bandidos sin perder tiempo se abren paso hacia él y lo empujan al patio.

Regresan y la mirada escudriñadora de la banda del sanguinario Julio Emilio Carretero se posa ahora en el joven brigadista, quien con voz firme dice… “¡Soy el maestro!”. Esa fue su sentencia de muerte.

A pesar de ello la campaña para enseñar a leer y a escribir se multiplicó cuando miles de jóvenes dieron el paso a frente y Cuba fue territorio libre de analfabetismo.

Más de setecientos mil adultos aprendieron a leer y escribir. Ello colocó a nuestro país entre las naciones de más bajo índice de analfabetismo en el mundo.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *