
Amanece y la brisa del Guacanayabo arrastra la melodiosa voz de Manuel Batista Salgado, uno de los grandes boleristas cubanos, nacido el 7 de mayo de 1942, en la santiaguera esquina a Martí y San Agustín, y criado en la Ciudad del Golfo.
Muchos años pasaron desde aquel despertar y Manzanillo, la tierra que le abrazó, recuerda el inicio de su vida artística en los clubes del terruño, en 1958.
Cuentan los más allegados que, un año después, invadió los centros más emblemáticos de La Habana, impuso su estilo y, de regreso al territorio, integró el trío Ideal y luego Los Bohemios.
Tal vez las esencias musicales de Santiago de Cuba y de Manzanillo, cunas de juglares y trovadores, alimentaron la idiosincrasia sonora de Batista Salgado para arroparlo con el manto del bolero, un género nacido en la Cuba de la segunda mitad del siglo XIX.
Junto a ese amuleto sonoro, llegó a la orquesta Original de Manzanillo, en 1964, para alcanzar popularidad, premios de interpretación en festivales nacionales de la música y buen acople a las voces de Pedrito Rivero y Rogelio (Nono) Mendoza, coro de envidia para cualquier agrupación.
Con los originales de Pachi Naranjo, el cantautor Batista Salgado vocalizó sones y boleros durante 14 años, compuso temas de amplia repercusión popular y se convirtió en la voz líder de la agrupación.
Decidido a probar suerte en solitario, marchó a la capital con su maleta de temas, devenidos himnos, como lo hicieron, salvando distancias, Lucho Gatica, Javier Solís, María Dolores Pradera, Chavela Vargas…
Apareció, entonces, en la nómina fundacional del catálogo capitalino Salón bolero Dos Gardenias, sitio tradicional para los amantes de la música romántica, cuya naturaleza fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, en 2023.
Recibió varias distinciones culturales y el aplauso de su pueblo. Se inscribía como uno de los más auténticos seguidores de Tristezas, ícono certificado en 1883, por José Pepe Sánchez, en Santiago de Cuba.
En la agitada vida habanera, experimentó fiel compañía con los temas No renunciaré a tu amor, Solo mía y basta, Este es mi último adiós, Ni tu cama ni tu almohada, El bardo…, realizó giras internacionales y abrió el diapasón a los principales centros nocturnos del país, al catálogo comercial Egrem…
Grandes acontecimientos musicales le depararon, entre estos la grabación de los discos Colección Chucho Valdés e Irakere, en 1995; El gran tesoro de la música cubana, del 2004, y Boleros de Oro, en el 2006.
Eternizaba, además, los temas Bailando así, Plazos traicioneros, Qué hiciste de mí, Si llego a besarte…
Por ese tiempo, recorrió varios países, intercambió con populares cantantes y estrechó amistad con el mexicano José José, uno de los vocalistas más importantes de la historia.
Manuel Batista Salgado seguirá su rumbo desconocido, en cambio, Manolo del Valle, seudónimo artístico del protagonista de esta historia, será siempre el cantante que un día arrastró la brisa del Guacanayabo, para colocarlo, como paradigma, en la cúspide del romanticismo.