
El nombre del patriota y médico Diego Tamayo Figueredo es conocido en Cuba y América Latina por su meritoria labor como médico, prestigioso inmunólogo, principal introductor de la vacuna antirrábica, profesor de Patología en la Universidad de La Habana y la publicación de obras, como Los micrococus del Dr. Finlay (1887), Investigaciones sobre la fiebre amarilla (1990) y Memorias sobre la enfermedad de los cocoteros (1911).
Sin embargo, es necesario divulgar mucho más su vida y obra, porque muchos cubanos desconocen, incluso, el importante suceso de que fue Diego Tamayo el fundador de la Sociedad Nacional Cruz Roja Cubana.
Este hombre de ciencia nació en Bayamo el 12 de octubre de 1853, en el seno de una familia pudiente y culta. Realizó los primeros estudios en esta urbe oriental y alcanzó el grado menor de bachiller en el Colegio de Belén de La Habana.
DIEGO TAMAYO, EL PATRIOTA Y EL MÉDICO
El 11 de octubre de 1868, cuando Carlos Manuel de Céspedes avanzaba desde su ingenio azucarero La Demajagua hacia el poblado de Yara, un día después de proclamada la independencia de Cuba, el joven Diego Tamayo viajaba con destino a Manzanillo con el propósito de abordar el vapor habanero que le llevaría a La Habana, donde realizaba estudios de bachiller en Medicina.
En la finca Palmas Altas, a la vista de Manzanillo, encontró las fuerzas patrióticas, comandadas por Carlos Manuel de Céspedes. El líder insurrecto departió un rato con él y le solicitó llevar un mensaje cifrado a Pedro Felipe Figueredo, más conocido por Perucho. Imbuido de su patriotismo y entereza de carácter, el joven regresó a Bayamo y cumplió su cometido.
Pero no sólo prestó este valioso servicio como emisario de la naciente Revolución, sino que decidió incorporarse al Ejército Libertador una vez conquistada su ciudad natal.
Primeramente, estuvo en las tropas del comandante Rafael Milanés Céspedes y a partir de marzo de 1869 del coronel Calixto García. En el combate de Río Abajo, en el sur de Holguín, fue herido de bala en la pierna derecha. En el hospital de sangre de Mijial recibió tratamiento médico. A los pocos días, una columna española invadió el campamento y redujo a prisión al joven bayamés, quien salvó la vida al declarar que pertenecía a una pudiente familia y realizaba estudios en La Habana.
Llevado para la capital y avisada la familia, se realizaron gestiones al más alto nivel para que no fuera fusilado por mambí y se le permitiera partir hacia el exilio. Fue deportado a España, donde matriculó en la Universidad de Barcelona. Allí, en 1878, obtuvo el título de Licenciado en Medicina y Cirugía.
En 1879, una vez concluida la guerra de independencia, volvió a Cuba. En la Real y Literaria Universidad de La Habana matriculó el doctorado en Medicina y preparó la tesis Inmunidad morbosa, pero hubo de aplazar su defensa. En esta misma universidad, entre 1884 y 1887 realizó estudios de Licenciado en Ciencias Físico–Químicas.
En la misma Casa de altos estudios obtuvo una plaza de catedrático en Patología Médica. En 1887 dirigió un equipo científico de investigaciones bacteriológicas, el cual ese mismo año produjo el suero antirrábico, vacuna que era gratis para los pobres y cuya aplicación redujo de manera significativa la mortalidad de esta enfermedad.
Tan pronto estalló la Guerra de 1895, tuvo que emigrar a los Estados Unidos. En la ciudad de Nueva York trabajó directamente con el ministro plenipotenciario Tomás Estrada Palma, su coterráneo.
Tras el cese del dominio español, en septiembre de 1898 regresó a su patria. Los interventores norteamericanos lo nombraron sucesivamente secretario de Estado y Gobernación. Al propio tiempo trabajaba en su tesis doctoral, la cual defendió en 1899, obteniendo su ansiado título de Doctor en Medicina.
En 1900 fue nombrado presidente de la Academia de Ciencias de Cuba y electo delegado a la Constituyente de 1901. En el cónclave mostró una tenaz oposición a la Enmienda Platt y personalmente le manifestó al gobernador Leonardo Wood que aquel apéndice constitucional era el más bochornoso de los acuerdos que había tomado el Congreso de Estados Unidos en su historia.
MINISTRO Y SENADOR
El primer presidente de Cuba, Tomás Estrada Palma nombró a Diego Tamayo ministro de Gobernación y en 1905 fue electo senador de la República. Sin embargo, su vida política no lo apartó de la práctica de la Medicina ni le impidió seguir desempeñando su cátedra de Patología en la Universidad de La Habana y fundar en 1908 la Sociedad Cubana de Medicina Tropical.
Puso en alto el nombre de Cuba, la inteligencia y la consagración de sus hombres de salud, en los congresos antituberculosos celebrados en Washington en 1909 y en Barcelona en 1910.
FUNDADOR Y ALMA DE LA CRUZ ROJA CUBANA
Todavía faltaban otros grandes servicios a Cuba del ilustre doctor Diego Tamayo: el 10 de marzo de 1909, hace 115 años, fundó la Sociedad Nacional de la Cruz Roja Cubana como socorro auxiliar de los poderes públicos, de la que pasó a ser su primer presidente, mientras su esposa María Pujados sería la presidenta del Comité de Damas de la Cruz Roja Cubana.
Este mismo día se creó la Asamblea Suprema y el Comité Ejecutivo del organismo paramédico. La estructura contempló la elección de los delegados provinciales y municipales y en los barrios del país.
La organización aceptaba la suma de toda persona interesada en aprender a auxiliar a los demás en caso de accidentes y desastres naturales, sin limitación por militancia política ni extracción social; sencillamente, debía estar animada del principio humanitario de ayudar a la comunidad, sobre base del carácter voluntario.
Pocos meses después, en septiembre, logró su reconocimiento oficial por el Comité Internacional de la Cruz Roja y en julio de 1919 se integró a la Liga de Sociedades Nacionales, actualmente la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.
UN LEGADO MERITORIO
Muchos otros méritos adornaron la figura de Diego Tamayo, entre ellos catedrático en la Universidad de La Habana de las asignaturas Patología Médica y Análisis de Microscopía y Química Clínica (1900-1906) y Patología Médica (1909-1923); Decano de la Facultad de Medicina (1917-1922) y Rector de la Universidad (1922).
Este insigne galeno falleció en La Habana el 23 de octubre de 1926. Su personalidad amerita de más investigación y que su obra científica, médica y social sea más divulgada. Es, sin dudas, una vida consagrada al bienestar de su pueblo.