Tercer Frente Oriental en la ruta de la victoria

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Por Aldo Daniel Naranjo (Historiador) | 5 marzo, 2024 |
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Comandante Juan Almeida, alumno de la escuela militar de Fidel Castro

El 27 de febrero de 1958, el Comandante en Jefe Fidel Castro  informó al capitán Juan Almeida Bosque, miembro del alto mando del Ejército Rebelde, que había sido ascendido al grado de Comandante y se le nombraba jefe de la columna no. 3 Santiago de Cuba, con la misión de fundar el III Frente Oriental Doctor Mario Muñoz Monroy en el territorio al este del poblado de María Tomasa y extender el campo de operaciones hasta las cercanías de la capital oriental.

El suceso ocurrió en la comandancia de Ernesto Che Guevara en Pata de la Mesa, en el sector montañoso de Buey Arriba,a las 7:00 de la noche.

Combatiente del Cuartel Moncada y expedicionario del yate Granma, destacado en varias acciones combativas en la Sierra Maestra, Almeida asumía ahora una misión política y militar estratégica para la derrota final de la tiranía batistiana.

La zona de María Tomasa, referente para la divisoria entre el I y III Frente, se encuentra ubicada en el corazón de la Sierra Maestra, a poco más de 60 kilómetros por la parte sur del territorio de Guisa. Limita al oeste con Cupeyal, al este con la zona de Colón, al sur con Bayamito y al norte con Punta de Lanza, a unos 730 metros sobre el nivel del mar.

En la misma fecha, Fidel ascendió al capitán Raúl Castro Ruz a Comandante y lo designó jefe de la columna no. 6 Frank País, compuesta por 67 combatientes, distribuidos en cuatro pelotones al mando de los capitanes Félix Pena Díaz, Reynerio Jiménez Lage, Ciro Frías Cabrera y Efigenio Ameijeiras. Su misión consistía en abrir el II Frente Frank País en el territorio de la Sierra Cristal, al noreste de la provincia de Oriente.

Después del ascenso a Comandante de Ernesto Che Guevara, Almeida y Raúl fueron los oficiales que ostentaron este alto rango, en reconocimiento a sus méritos revolucionarios, la disciplina y la capacidad estratégica y operativa desarrollada en aquellos meses de lucha guerrillera.

Los dos jefes de frentes tenían la facultad de poner bajo su jefatura a los grupos de alzados que operaban en los territorios bajo su dirección, otorgar grados hasta capitán y realizar las propuestas para los de comandantes. Además, debían aplicar el código penal militar del Ejército Rebelde y recibir e invertir todo el aporte económico voluntario que se les ofreciera.

Estas medidas estaban en correspondencia con la maduración de las condiciones militares del Ejército Rebelde para extender la guerra revolucionaria a otras regiones de la misma provincia oriental. La importante victoria del segundo combate de Pino del Agua, a mediados de ese mes abrió las posibilidades de crear ambas columnas guerrilleras.

ESTRUCTURA DE LA COLUMNA 3 Y ARMAMENTOS

La columna 3 la conformaron 55 combatientes, dividido en dos pelotones: el de vanguardia a cargo del capitán Calixto García Martínez, asaltante al cuartel  Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo  y expedicionario del Granma; y el de retaguardia mandado por el capitán Guillermo García Frías, primer campesino incorporado al Ejército Rebelde, quien era, además, el segundo jefe de la columna. La escuadra de la comandancia marchaba en el centro.

En la tropa marchaban dos aguerridas mujeres: Oniria Gutiérrez Montero y María Mercedes Sánchez Dotres, apodada Carmencita, ambas miembros de la Comandancia. Era una agrupación relativamente pequeña, pero con una alta moral combativa.

El Comandante Juan Almeida con parte de sus hombres en la guerra liberadora

Una buena parte de los combatientes y otros oficiales fueron extraídos de la columna 4 del Comandante Ernesto Guevara, quien habló a sus antiguos subordinados  de las cualidades como jefe del comandante Almeida, un dechado de sencillez, valor y compañerismo.

De sus componentes solamente 33 hombres tuvieron en sus manos una ametralladora Browning y otra Maxim, una subametralladora Thompson, fusiles San Cristóbal, Springfield y Garand y subfusiles Mendoza. El resto iba con escopetas, revólveres y pistolas y granadas Sputniks.

El arsenal de balas consistía en 180 para cada arma automática  y 80 por fusil de cerrojos, muy pocas si eran atacados por el enemigo. Por eso, Fidel instaba a evitar cualquier enfrentamiento y en caso necesario replegarse tácticamente, aplicando el método guerrillero.

LA DESPEDIDA DE FIDEL

El 1 de marzo, en horas del mediodía, el jefe del Ejército Rebelde citó a una junta a los comandantes Raúl Castro y Juan Almeida, donde tomaron parte los oficiales de ambas columnas. El objetivo era ultimar los detalles antes de la despedida como las acciones a ejecutar por Almeida, próximas a Santiago de Cuba, para facilitar el cruce de la Carretera Central a Raúl hacia el municipio San Luis.

A las 3:30 de la tarde, las dos columnas fueron formadas y Fidel les trasmitió algunos importantes principios guerrilleros, como los de moverse rápido y tratar de ocupar el mayor territorio posible. Les reseñó los grandes peligros a que se expondrían y los instó a que pasara lo que pasara, correspondieran a la confianza que el alto mando depositaba en ellos.

Y, con una visión profunda de los resultados de la próxima campaña militar contra los soldados se la tiranía, lanzó un reto: “No se asombren de nada, después que los derrotemos en las lomas, los vamos a vencer también en el llano. Cuídense, que los días de la tiranía están contados”.

Seguidamente, el Líder de la Revolución, Fidel, dio un apretón de manos a cada uno de los jefes, oficiales y combatientes, deseándoles éxitos en sus misiones. A cada combatiente le entregaron un poco de recursos, como azúcar, bananina, harina de Castilla y dos latas de leche condensada.

DE PATA DE LA MESA A PUERTO ARTURO

A la delantera marchó la columna de Almeida, sirviendo como prácticos Israel Pardo Guerra, Crisójenes Vinajeras Hernández y Eduardo Labaut Estrada, buenos conocedores del trayecto a recorrer. Aunque la agrupación de Raúl iba detrás, constantemente se encontraban y compartían los pocos momentos de descanso de la marcha. Por las faldas de las lomas avanzaron a pie hacia el este por el firme de La Botella y acamparon en Pueblo Nuevo.

En la siguiente jornada los guerrilleros siguieron hasta Peladero, donde efectuaron el almuerzo. Luego caminaron por trillos hacia Peladero Abajo, por la loma de la Campana, larga y peligrosa, y subieron a La Siberia, en el camino de El Uvero a Pino del Agua. En el punto conocido por Brazo del Indio colocaron emboscadas por si avanzaba el enemigo por los caminos de El Uvero y Pino del Agua.

El día 3, caminaron por la falda de La Bayamesa hasta El Rosario, con un cielo nublado y la intermitencia de la lluvia. Apareció un camino más ancho, por donde adelantaron hasta las 6:00 de la tarde, en que acamparon en la finca de los Labaut, en Minas de San Miguel, en la zona de El Uvero. Las dos columnas volvieron a juntarse y compartieron comúnmente los alimentos.

A la mañana siguiente, bien temprano, cruzaron el río y caminaron por un terraplén unos cinco kilómetros. Los guías se desviaron a la izquierda, con lo cual se internaron nuevamente en el monte, subiendo al firme de La Maestra, hasta llegar al alto de La Lechuza. Después de un breve descanso bajaron sendas lomas hasta arribar a las 3:00 de la tarde a El Hoyo de Río Grande, en las cercanías de El Uvero. En este paraje Raúl y Almeida se reunieron en la casa de Alejandro Aguilera, conocido por Yejas, donde prepararon café y comieron algo.

El 5 de marzo, a las 6:00 de la mañana, las dos columnas reiniciaron la agotadora marcha, pasando por La Bruja y La Salchicha, bajaron por la Alcarraza y Cantarana y siguieron al Codillo, a siete kilómetros del poblado de Chivirico. Almeida y Raúl dispusieron la realización de postas dobles, por la presencia de algunos marinos en los puestos de Chivirico y Soñador.

Al otro día, a las 5:00 de la mañana, la columna 3 siguió por Los Negritos, subieron el alto del Jobo hasta coronar el alto de La Meseta por el firme de la Maestra. Por un sendero avanzaron hasta Puerto Arturo, en las cercanías de San Lorenzo, donde entregó su sangre generosa peleando contra los españoles el mayor general Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria.

En este punto Raúl coordinó con Almeida la localización de camiones y camionetas para proseguir su marcha, en horas de la noche, hacia el territorio de la Sierra Cristal para abrir un nuevo frente guerrillero.

LA CREACIÓN DEL III FRENTE ORIENTAL

El comandante Almeida consideró cumplida la primera fase de su misión trasmitida por el Comandante en Jefe Fidel Castro, con el traslado seguro de su columna hasta Puerto Arturo, al oeste de Santiago de Cuba, en la Sierra Maestra, donde dejó creado oficialmente el III Frente Oriental Mario Muñoz Monroy. Los integrantes de la columna, muy emocionados cantaron la Marcha del 26 de Julio y el Himno de Bayamo.

La nueva zona rebelde abarcaba desde el este del río Bayamo hasta las puertas de Santiago de Cuba, incluyendo Guisa, El Horno, Arroyo Blanco, Santa Rita, Jiguaní, Charco Redondo, La Tabla, La Pimienta, Baire, Contramaestre, Maffo, Central América, Los Negros, Matías, Cruce de los Baños,  San Fermín, Aguacate, Ramón de Guaninao, Palma Soriano, Dos Palmas, el sur de San Luis,El Cobre, Melgarejo, El Cristo, El Caney, Loma del Gato y Chivirico.

Es decir, la zona de operaciones comprendía los territorios de los municipios, según la división política-administrativa de aquella época, el sur y suroeste de Bayamo, Jiguaní, Palma Soriano, El Cobre, El Caney y Santiago de Cuba.

De esta manera, los combatientes debieron contender con el enemigo en las montañas, las zonas alomadas cercanas a la Carretera Central y la llanura del Cauto y el valle central.

El propio comandante Almeida definió en su justa dimensión política, militar y social, la nueva tarea asignada en su libro La Sierra Maestra y más allá (1995): “Vuelvo a dirigir hombres, primero fue un pelotón. Llevo sobre los hombros esa responsabilidad y siento con más fuerza lo que esto significa: cuidarlos, ocuparme de que coman, vistan y calcen; dar respuesta a los problemas grandes o pequeños, dirigir todo tipo de acciones combativas en mi territorio y velar por el cuidado de los heridos…”.

De inmediato el jefe del III Frente preparó el ataque a la refinería Texaco, ubicada cerca de Santiago de Cuba, con el objetivo de distraer a las fuerzas enemigas y proteger el paso de la columna de Raúl Castro por la Carretera Central y los llanos de Palma Soriano y San Luis hacia la zona de operaciones en el noreste de Oriente.

Cumpliendo orientaciones de Fidel, de inmediato se procedió a organizar debidamente los grupos de escopeteros que ya existían en el vasto territorio, como los de Enrique López Tomás, Diocles Torralba, Lino Carreras, Fernando Llanes, Omar Ginarte Quiñones y Rubén Milán, entre otros; la distribución de los pelotones por capitanías y la preparación de las acciones con vistas a apoyar la huelga general revolucionaria que la dirección del Movimiento 26 de Julio estaba preparando en el llano para los primeros días del próximo mes de abril.

Desde entonces los efectivos de la columna 3 comenzaron a hostigar los movimientos del enemigo en convoyes o patrullas por las carreteras y caminos y a acometer sabotajes de todo tipo. Entre el 1 y el 9 de abril, efectuaron ataques a Baire, el entronque de Melgarejo y el poblado de El Cobre. En esta última localidad, volaron el polvorín de la mina Dinavel, cuya explosión se escuchó en Santiago de Cuba.

A medida que el III Frente se consolidaba aumentaba su papel estratégico  y táctico para la interrupción del trasporte por la Carretera Central desde Bayamo hasta Santiago de Cuba; los sabotajes a la industria, los servicios y las comunicaciones; y el ataque a los cuarteles de Guisa, Charco Redondo, Baire, Jiguaní, Maffo, Dos Palma y Palma Soriano, entre muchos más.

Desde los primeros meses de su existencia se formaron nuevas escuadras o grupos los que operaron activamente por Jiguaní, Charco Redondo, Arroyo Blanco y Guisa, al mando de Lázaro Soltura Vega, Enrique Acosta Aguilar, Ernesto Rosales Matos, Rubén Fonseca Guevara y Orlando Reyes Milán, entre otros.

EXTRAORDINARIA IMPORTANCIA ESTRATÉGICA

Al cumplirse el aniversario 66 de la fundación del III Frente Oriental Dr. Mario Muñoz Monroy, es justo recordar a los hombres y mujeres que protagonizaron esta hazaña y el ejemplo de patriotismo y  valor de los incorporados en los meses siguientes de la gesta liberadora.

Acerca del papel desempeñado por las fuerzas bajo su mando en esta zona de operaciones, el Comandante Juan Almeida destacaba: “El Tercer Frente, nacido de la concepción revolucionaria y el espíritu de ofensiva de Fidel, cumplió con honor la misión que le designó el Comandante en Jefe, y fue uno de los puntales de la victoria definitiva del pueblo cubano.”

Otro gran estratega militar, el General de Ejército Raúl Castro, destacó las cualidades revolucionarias del Comandante Juan Almeida y ponderó el papel de sus columnas al final de la guerra: “Almeida cumplió, con su proverbial lealtad, eficacia y espíritu de sacrificio, la misión de crear el Tercer Frente y posteriormente cerrar el cerco a Santiago de Cuba.”

 

 

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