La unidad, principio inquebrantable

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Por Orlando Naranjo Escalona | 5 mayo, 2024 |
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Desde las etapas mambisas hasta nuestros días, las páginas del quinto mes del año han registrado todo tipo de sucesos, muchos de ellos con una huella indeleble en nuestra historia patria y en el proceso formador de la unidad, como principio inquebrantable de la Revolución Cubana.

Es precisamente por esos paralelismos que ofrece la historia que mayo se convierte en el mes de la unidad, la concretada por José Martí, en La Mejorana y la que años más tarde, consolidara el movimiento revolucionario cubano liderado por Fidel Castro Ruz, en Altos de Mompié, en plena Sierra Maestra.

A la cumbre de La Mejorana, del 5 de mayo de 1895, asistieron los tres principales jefes mambises de la revolución del 95, Martí, Gómez y Maceo, para tratar temas relacionados con la forma y organización del gobierno independentista y la estrategia para la conducción de la guerra.

Fue una reunión tensa entre tres hombres apasionados con la causa de la libertad de Cuba, pero no por ello coincidentes en la manera de organizar la lucha: las viejas contradicciones de la Guerra de los Diez Años y la Guerra Chiquita, entre el poder civil y el militar, aún estaban a flor de piel.

Maceo defendía un poder militar sin interferencias de los civiles. Consideraba que primero había que ganarle la guerra a España antes de pensar en la existencia de un gobierno civil en plena manigua.

Martí discrepaba, pues aspiraba a un equilibrio de poderes. El Generalísimo en esta ocasión apoyaba las ideas del delegado del Partido Revolucionario Cubano.

Finalmente, a pesar de las discrepancias y por haber convocado Martí y Gómez una Asamblea de Delegados para formar gobierno, Maceo terminó subordinando su criterio al punto de vista de estos.

A pesar de las desavenencias que en diversas oportunidades se produjeron entre los líderes fundamentales de la Guerra Necesaria, no dejaban de retribuirse cariño y admiración. Además, toda diferencia entre ellos quedó siempre reducida ante el compromiso que los unía, siendo el factor unidad, elemento primordial para alcanzar el propósito común de conquistar la independencia de Cuba.

De tal sabia tuvo que beber Fidel cuando, el 3 de mayo de 1958, en plena serranía convocó a otra tensa reunión en la que participó la más alta dirección del Ejército Rebelde y el Movimiento 26 de julio, esta vez para, entre otros temas, evaluar las causas que conllevaron al fracaso de la Huelga General del 9 de abril y reestructurar la dirección del movimiento en el llano.

Tampoco se guardan actas, fotos u otros documentos de aquel memorable encuentro, el ambiente que allí se respiraba no daba margen a ello, pero al igual que en La Mejorana el trato respetuoso y admirable primó entre todos los participantes.

La causa revolucionaria también salió fortalecida en Altos de Mompié y la expresión más alta y fecunda de la unidad allí consolidada, se resume en la designación de Fidel como Comandante en Jefe de todas las fuerzas del llano y la sierra.

Ambos líderes, tanto Martí en La Mejorana como Fidel en Altos de Mompié tenían claro que el concepto de unidad debía prevalecer por encima de cualquier interés personal.

El primero alertando que sin ella crecerán los odios y se estará sin defensa ante colosales peligros, y el segundo exhortando a sacar mayor provecho a la fuerza más formidable y poderosa de la Revolución: la unidad.

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