José Antonio Saco y López Cisneros fue un sociólogo, periodista, historiador y economista, nacido en Bayamo, actual provincia cubana de Granma, el 7 de mayo 1797.
Su luz previsora le permitió adelantarse a sus contemporáneos y llegar a la conclusión de la importancia de la interrelación entre la educación y la economía.
Añoraba el acceso a los medios de difusión de su época para pedir desde allí todos los adelantos, pensaba en la necesidad de nuevas cátedras para el desarrollo de la agricultura, las artes y los oficios, el comercio y entre otras las lenguas modernas. Expuso: “Mi objeto es iniciar en los rudimentos de algunas ciencias a una porción considerable de la juventud …”.
Saco combatió sin tregua contra el régimen imperante, batallando siempre con el mismo tenaz empeño, tanto por las libertades públicas como por la difusión de la enseñanza pública.
No solo su pensamiento estuvo en función de los adelantos económicos y culturales sino que, también, estuvo su ingenio en la misión de llevar adelante el proceso de nacionalidad cubana. Para defender dicha nacionalidad abogó por el aborto de las ideas anexionistas en muchos cubanos de sus contemporáneos de los años 1840 y 1850.
Antiesclavista convencido, rechazó siempre los principios humanitarios del abolicionismo. Esta posición descansaba en el convencimiento de que los negros -así esclavos como libertos- eran el principal enemigo de la nacionalidad cubana, que Saco circunscribía a los criollos blancos.
En su opinión, la anexión a los Estados Unidos supondría la absorción de los cubanos en el tronco cultural anglo-americano, y la independencia desembocaría inevitablemente en una guerra de razas en la que la minoría blanca llevaría las de perder. Por ello, abogaba por una Cuba dentro de la Monarquía Española pero con un alto grado de autonomía ‘a la canadiense’.
En su ensayo Ideas sobre la incorporación de Cuba en los Estados Unidos (1848) resume su pensamiento anti-anexionista en las siguiente palabras: “La idea de la inmortalidad es sublime porque prolonga la existencia del individuo más allá del sepulcro; y la nacionalidad es la inmortalidad de los pueblos y el origen más puro del patriotismo”.