
Lupe observa la cercanía del período veraniego, mira a sus dos hijos y consulta el saldo de la tarjeta de ahorro. Luego de analizar la cantidad, comprende que entre sus posibilidades se descartan las piscinas de los hoteles Sierra Maestra y Villa Bayamo, y los parques infantiles no tienen muchas ofertas; entonces, se frustra.
Para esa madre y otros miles de granmenses las oportunidades de salir y compartir con los más pequeños de la casa se dificulta. Entre las razones está el encarecimiento de los productos que ofrecen las entidades no estatales y estatales. En este contexto, la cadena se tensa y sufre el eslabón más débil, los infantes y sus progenitores, quienes deben ofrecerles las chucherías, según sus posibilidades y al precio impuesto.
Entre los lugares de fama paradisíaca que, algún día gozaron de ser una de las opciones más asequibles para toda la familia, se encuentra el reconocido Parque Granma, emplazado en las afueras de la ciudad de Bayamo, con más de 100 hectáreas y varias instalaciones aclamadas, dígase el área de rodeo, el cabaret Bambú y el parque zoológico y de diversiones.
Alrededor de la última zona, enfocada principalmente, en los niños, se conforman estrategias de rescate y opiniones encontradas por parte de la población, que en su mayoría alega la frase: “dejaron perder eso ahí”, para significar el deterioro del lugar.
NO ESTÁN CIEGOS
Lorena tiene nueve años y les pidió a sus padres ir al Granma, para disfrutar de un cumpleaños diferente con su madre y hermana, pero al llegar se encontró con un panorama desolador. A pesar de gustarle el sitio, expresa que quisiera comer golosinas y disfrutar de equipos más atractivos.
A pesar de los esfuerzos del grupo de trabajo del parque infantil y su director, Dámaso Benítez Ramos, son insuficientes los resultados. Ellos apuestan por el embellecimiento y la higienización del entorno, sin embargo, el impacto visual no engaña.
Camila, madre de las niñas asevera: “Vieron deteriorarse el complejo y no hicieron nada, no se parece a cuando era niña, antes vendían helados, granizados, ofertas variadas, módulos de dulces en cajitas. Era agradable venir en esa época, hoy debo traer todo el aseguramiento de mis hijas, en la tablilla de la cafetería no hay casi nada. A veces, si es una fecha especial, encontramos algo más”.
En diálogo con La Demajagua, Alberto, natural de Bayamo, recuerda lo refrescante del antiguo ambiente: “Aquí, para empezar, había una guagua que llegaba hasta las cercanías del zoológico, diferentes puntos de helado frozen de frutas naturales, nada inventado, las caballerizas, el lago, las bicicletas acuáticas, y se hacían colas; venir era agradable y los precios muy módicos”.
REALIDAD
Desde la entrada al parque, comienzan las decepciones: zonas enyerbadas, falta de atractivo, dígase pintura, recogida de ramas caídas, un total abandono, por lo cual resulta sencillo entender que, si este es el panorama inicial, algunos no continuarán un kilómetro hacia adelante, donde se dispone del espacio infantil.
La amplitud y el contacto directo con la naturaleza hacen de la instalación un aliado de aquellos cuyo ritmo rutinario los obliga a buscar distracciones, pero las dificultades se relacionarán con el traslado y la alimentación.
El colectivo del complejo parque zoológico, debido al objeto social, el esparcimiento infantil, se propone, a partir de sus propios medios, el funcionamiento de los 11 aparatos, de los cuales ocho funcionan.
Nora González Sánchez, fundadora del parque y operadora de equipos del área infantil, destaca: “Siempre han sido alrededor de 11 dispositivos, aunque algunos se sustituyeron con los años, y otros, como las sillas voladoras, la estrella y el avión casa, dejaron de funcionar”.
En el caso específico de las sillas, se trata de un problema en el mecanismo reductor, debido a los años de vida útil, requiere de una corrección, la cual entre sus materiales implica el uso de oxígeno y acetileno, según expresa el director del parque.
“De las ofertas gastronómicas, continúa Benítez Ramos, tenemos algunos convenios con empresas, como la de Bebidas y refrescos que, según su producción, nos vende a nosotros; así mismo sucede con el centro de elaboración de alimentos, pero en el caso de las confituras es muy difícil, la entrada proveniente de la confitera en Santiago de Cuba es muy pobre, y los cinco mil pesos de los cuales disponemos al mes, solo alcanzan para la compra de unos pocos paquetes de chupa chupa o galleticas, al sector no estatal.
Yunel y su esposa eran clientes habituales antes de la pandemia, en meses vacacionales gozaron de parrilladas en las afueras del espacio infantil y aseguran: “Eran experiencias gratas, hoy no están”.
PLAN RESCATE
Yudelkis Ortiz Barceló, primera secretaria del Partido en Granma, y otras autoridades políticas de la provincia acordaron, este 5 de mayo, de conjunto con varias entidades administrativas del territorio, apoyar a la optimización del sitio, para una reapertura el próximo 29 de junio, cuando se tiene previsto el inicio del verano.
Dámaso Benítez Ramos subraya que las colaboraciones tienen como fin, dividir los trabajos del área infantil entre las empresas involucradas y, de esta forma, agilizar el proceso para el período estival y fin de año.
Por tales razones, una vez reactivado el complejo y dado a su impacto en esta suroriental provincia, sería importante mantener las relaciones entre los organismos y esta institución, lo cual facilitaría la sostenibilidad del proyecto.
Algunos de los más experimentados recuerdan que luego del Parque Lenin, en La Habana, el Parque Granma era el segundo atractivo de ese tipo en el país, por lo cual anhelan el funcionamiento de las instalaciones de acuerdo con las memorias pasadas.
Si se analizan los antecedentes recuperativos en territorios como Ciego de Ávila y Las Tunas, que tuvieron a la vanguardia a las autoridades gubernamentales, es viable. La posibilidad de lograr la meta se basa en el interés de construir, reformar y hacerlo bien, duradero. (CONTINUARÁ)