Una Flor que no se marchita por nada

Share Button
Por Rodrigo Motas Tamayo | 12 mayo, 2024 |
0
FOTO Rodrigo Motas Tamayo

El jueves último, Ronaldo Acuña Olivera, presidente de la Asociación nacional del ciego (Anci) en Campechuela, me recordó la visita del ejecutivo a Flor Verdecia Pompa, miembro de la organización, quien convalece  de tres operaciones  quirúrgicas en el transcurso de  abril y mayo.

Historial de una dolencia según Flor…

Muy dada al hablar y la jocosidad,  Flor  tiene  el don de ser  escuchada  por  quienes la rodean…  es de esas personas  que atrapan  con la palabra y  sus ocurrencias, que dan sentido a la vida porque mantienen mente positiva para todo.

“El  3 de abril ya no pude aguantar más  el malestar que por semanas padecía. Sentía  ocupado el estómago, como hartura, por lo que llamé  al cuerpo de guardia del policlínico, y le  expliqué al médico  lo que sentía. Este solicita que  vaya en persona  para revisarme.

“Llamé a mi hijo  y nos  fuimos para  el cuerpo de guardia. Allí el doctor Danilo me orientó  un ultrasonido, así  que nos fuimos para Manzanillo.  En el hospital Celia Sánchez Manduley,   expongo lo mismo y  me  hacen el ultrasonido,  pero  no sale  nada, solo  abundante líquido en el estómago,  se sospecha de una obstrucción del catéter que tengo  puesto. 

“Bueno,  le aclaro que  por  problemas  de  baja  visión  en el ojo derecho  fui  sometida  a una operación hace 27 años, una vena rota producía mucho líquido en la masa encefálica. Desde  entonces,  tengo implantada  una válvula  de derivación peritoneal, y perdí por  completo la visión”.

 Flor  habla  con la mayor  tranquilidad  del mundo. La vida  le enseñó  a existir  de manera normal.  Como mujer  y madre  se enfrenta cada día a las labores del hogar, con soltura e independencia.

“En Bayamo, en el hospital Carlos Manuel de Céspedes,  me operaron el 10 de abril  y volvieron a hacerlo el 25,  pero las cosas  no quedaron ahí, explica,  ya en casa, tuvieron que  volver a hospitalizarme por  severa infección, me sacaron la vesícula y acomodaron el catéter.  Ya me siento mejor”. En la inmensidad de sus grandes ojos brilla un rayito de luz, de vida.

La visita

 Llego  a la casa número 35, entre Calle 11 y Pacho Rosa.  Ronaldo le grita a Flor: ¿mira  quien  llegó? Ella voltea la cabeza hacia la puerta de su casa y pregunta: ¿quién? ¿quién? La saludo  y le deseo  pronta recuperación y ella  responde enseguida: “Estuve  más  para allá  que para acá,  pero aquí estoy”,  y suelta esa risa suya contagiosa.

“A que no te sabes  este cuento, dispara enseguida  como para llevarme la delantera. Y sin esperar respuesta, hace su relato. Todos reímos. Y enseguida  riposto  con dos versiones similares. Más risas y lágrimas.  Un transeúnte ocasional pasa por el frente de la casa y masculla bajito, asombrado: ¡y en esa casa no hay una enferma¡

El cubano tiene  esa característica, sorprendentemente resucita de sus cenizas, no se deja doblegar.  Y Flor,  digna cubana de estos tiempos, no se deja marchitar por nada.  La visita  a la convaleciente Flor se convirtió  en  una más de sus acostumbradas peñas culturales, esas  que por años  realiza  en su casa.

Su hijo Leandro Aguilar Verdecia, casado  y con dos  retoños, vive orgulloso  de su madre y sonríe  complacido  cuando la ve  reír, compartir  y convertirse en la alegría  de su hogar.

“Oiga, Motas,  pronto tendremos aquí al Mariachis…. Así que de que bailamos,  bailamos”, me lanza a bocajarro cuando intento salir. Todos ríen menos yo. Tremendo compromiso, pienso.

Madre, abuela y una consagrada miembro de la Anci, federada y  ejemplo de las mujeres creadoras, por años  asume  tareas  de esas organizaciones  sin importar  su discapacidad. Flor integra la comitiva que por este municipio asistirá en junio próximo a la Asamblea  provincial  de la Anci y propuesta  a delegada a la cita  nacional de esa asociación, prevista para fines de año.

El agradecimiento

Con los dos pies  ya en la calle, Flor  me  recalca: “Quiero dar  gracias  a los neurocirujanos, médicos y enfermeras  del sector de Salud  Pública  en Granma, en especial,  al doctor Popa, Erisnel, Liliana, los cirujanos Lorenzo y Yoandra, y a los anestesiólogos,  en fin, a todos, quienes  demuestran que por encima de las carencias  prevale la calidad  humana y la responsabilidad de salvar vidas. A ellos, gracias, gracias por seguir aquí”.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *