La bigornia de Marro

Share Button
Por Luis Carlos Frómeta Agüero | 16 mayo, 2024 |
0

Corría la etapa final de los años 50 y Niquero atravesaba, al igual que el resto del país, una tensa situación económica que empolvaba los bolsillos de la mayoría de los vecinos.

Precisamente en ese municipio costero vivía un personaje llamado Marro que, por su modo de actuar, se convirtió en fuente de inspiración para los cuenteros populares, quienes le agregaban o quitaban a su antojo algún que otro bocadillo, detalle al que yo tampoco escapo.

Un día Marro tejió una treta para sacarle partido a una de sus inimaginables travesuras y poner “patas arriba” los entristecidos calderos de la casa.

Burlando hasta a su sombra llegó a la bodega del comerciante Pepe Bello, descendiente directo de un español, para venderle una vieja bigornia. La respuesta casi le paralizó el alma.

—Por Dios, hombre, yo no necesito esa bigornia

—dijo el comerciante—. Busca a un zapatero que le haga falta.

—Aprovecha ahora que la estoy vendiendo en tres pesos —le comentó Marro con una fina sonrisa dibujada en sus labios.

—Ya te dije que no. Dale con tu música a otra parte

—dijo Bello molesto.

Sin pensarlo tanto, Marro se marchó dispuesto a implementar una nueva picardía. Se paró en una esquina de la ciudad y dejó caer su mensaje a cuanto campesino pasó a su lado:

—Llégate a la bodega del “gaito” y pregúntale si tiene bigornia, dile que necesitas comprar una urgentemente.

Unos tras otros llegaban los pobladores ante el aplatanado ibérico en busca de la dichosa bigornia. Al ver el interés local por adquirir tal accesorio, Bello mandó a un emisario en busca de Marro, quien de inmediato se personó a la cita con el artefacto en la mano.

—¿Me mandó a buscar? —preguntó.

—Chico, pensando bien la propuesta que me hiciste hace un rato…te compro la bigornia.

—Hace unas horas me dijiste que no la querías.

—Pero he cambiado de opinión, ahora la necesito.

Te la compro. Dime lo que pides por ella y cerramos el trato. —le dijo Bello un tanto apresurado.

—Correcto, dame cinco pesos y no hablamos más de este asunto. ¿Bien?

—Vamos, Marro… me dijiste que eran tres pesos.

—Si, pero tú sabes bien cómo está la economía del país, los precios suben en menos de lo que canta un gallo.

Y cuentan que muchos años después del triunfo revolucionario de 1959, todavía la casa de Pepe Bello guardaba, con tremenda nostalgia o tal vez como un monumento al ingenio popular, la famosa bigornia de Marro

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *