
Jorge Omar Ariste Martínez, El mexicano entre los muchachos de su barrio, en La Habana Vieja, tenía tercer grado de escolaridad y muchas inquietudes sociales que le llevaron a frecuentar el núcleo de la Juventud Ortodoxa, en Prado 109.
Impulsado por las ideas, se incorporó al grupo que tomó la Tercera Demarcación de la policía batistiana, ubicada en Zulueta y Dragones, y luego integró las filas de la naciente Policía Militar.
Solicitó traslado para el colectivo de paracaidistas, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en San Antonio de los Baños, y, después de varios recorridos por diversas unidades, llegó, junto a muchos otros, a El Caney de Las Mercedes, en Bartolomé Masó. Era el mes de octubre de 1959, inicio de una nueva vida.
LA ALBORADA
“El 22 de noviembre, asistíamos al primer trabajo voluntario protagonizado por el Che, en la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos, la primera gran obra construida por la Revolución, destinada a favorecer educacionalmente a cerca de 20 mil niños de la Sierra Maestra.
“En ese ajetreo, conocí a Elia López Echavarría, la que posteriormente fue mi esposa. Cada quien disfrutaba a su manera la banda de ceremonias Camilo Cienfuegos, multiplicada en tríos, coro, grupo de guaguancó, una orquesta típica, otra Jazz band y el cierre conjunto, con la Marcha del 26 de Julio.
“Como actuaban para los vecinos de la comunidad, los acompañaba a sus actividades, me enamoré de lo que hacían y comencé a estudiar música en la misma unidad.
“Por decisiones superiores, dividieron la banda en tres grupos. Fui a parar a Río Frío y, por reclamo propio, me trasladaron para el Comité Militar, de Manzanillo”.
NUEVAMENTE LA MÚSICA
“En mis ratos libres, ejercitaba la música, hasta que en 1966 me incorporé, como trombonista, a la orquesta acompañante de Lino Borbolla.
“Influenciado por algunos amigos, llegué a Santiago de Cuba, fuí plantilla de la agrupación de Mario Patterson, de ahí al grupo Jóvenes Unidos y dos años después, regresé al terruño, ya evaluado, para trabajar con la América y, como Lino no tenía trombón, volví a su agrupación.
“Viajaba sistemáticamente a Santiago de Cuba a estudiar música, hasta culminar el nivel medio”.
LA PEDAGOGÍA
“En 1978, por solicitud del guitarrista concertista manzanillero, Ramiro Zayas, me incorporé a la docencia, en la Escuela de músicos profesionales de la ciudad y me siento privilegiado por haber trabajado, durante 18 años, como profesor en la Escuela elemental de música Manuel Navarro Luna.
“Tengo 86 años de edad, cumplí misión internacionalista en Etiopía y Libia, la dicha de haber participado en la lucha contra bandidos, en el Escambray, y contribuido a la formación profesional de los trombonistas radicados en la región del Guacanayabo, además de algunos instrumentistas de Jiguaní”.
MANZANILLO
“En este municipio trabajé, además, en la Banda de Conciertos; tuve un amor que duró 60 años y es la ciudad que quiero como propia.
“Aquí me formé como persona, colaboro con los proyectos culturales de la Uneac, institución que me incluye en sus actividades; tuve el placer de jubilarme en el 2012 y de darme a conocer como el profesor Jorge”.