
José María Andrés Fernando Lezama Lima, conocido como José Lezama Lima (La Habana, 19 de diciembre de 1910 – La Habana, 9 de agosto de 1976) fue un escritor cubano que aunque se dedicó sobre todo a la poesía y al ensayo, se le recuerda sobre todo por su faceta de novelista, en concreto por su obra Paradiso, publicada en 1966 y de gran repercusión internacional.
De estilo barroco, y considerado uno de los autores más importantes de la literatura hispanoamericana, ha influido en una gran cantidad de escritores de su época y posteriores.
Estudió en el colegio Mimó ,en La Habana, y se graduó de bachiller en 1928, en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. Doctorado en Leyes en 1938, trabajó en un bufete y después, desde 1941, en las oficinas del Consejo Superior de Defensa Social en el Castillo del Príncipe. Pasó más tarde (1945) a la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación como funcionario. Viajó a México en 1949 y a Jamaica en 1950.
Participó en las revueltas estudiantiles contra la dictadura de Gerardo Machado y fundó varias revistas, como Verbum (1937), Espuela de Plata (1939-1941), Nadie Parecía (1942-1944) y Orígenes (que fundó con José Rodríguez Feo en 1944 y que alcanzó gran popularidad, hasta 1957).
En esta última revista se expusieron las tendencias literarias de sus fundadores y colaboradores: lirismo estetizante e intelectualismo, clasicismo inclinado hacia el neoculteranismo y ausencia de todo compromiso social, lo que determinó su carácter altamente elitista y le permitió tener entre sus colaboradores a poetas como Juan Ramón Jiménez.
Su libro de poemas inicial fue Muerte de Narciso (1937) al que siguieron Enemigo rumor (1941), Aventuras sigilosas (1945), La fijeza (1949) y Dador (1960), entregas que son otros tantos hitos de la poesía continental en la línea hermética y barroca de la expresión lírica. Sin embargo, la obra que consagró a Lezama dentro de las letras hispanoamericanas fue la novela Paradiso (1966), en la que se ha querido ver una doble alusión a la inocencia bíblica anterior al pecado original y a la culminación del ciclo dantesco.
Al mismo tiempo, en Paradiso se refleja la tradición y la esencia de lo cubano en una vertiginosa proliferación de imágenes que protagonizan la obra: un mundo de sensaciones, recuerdos y lecturas familiares que conforman y determinan la cosmovisión del novelista.
Póstumamente se publicó una novela incompleta, Oppiano Licario (1977), en la que Lezama desarrolló la figura de un personaje de ese mismo nombre que ya había aparecido en Paradiso. La crítica ha señalado que, de modo inverso al del ciclo dantesco, a pesar de que el autor se inició en la poesía y derivó luego hacia la novela, es conveniente adentrarse en Lezama empezando por Paradiso, pasando después al purgatorio de sus ensayos, reunidos mayoritariamente bajo el título: La expresión americana y La cantidad hechizada, para acabar finalmente en su infierno poético.
Precisamente el carácter póstumo de las versiones definitivas de la obra de Lezama, aparecida casi siempre en forma fragmentaria durante su vida, es una de las señales inequívocas del ambiguo y socrático magisterio que ejerció en la literatura de su país.