“El estro poético de José Joaquín Palma y Lasso de la Vega era de una ternura idílica, que superaba a los demás aspectos de su musa fresca y retozona; que a veces hacía reír y a veces humedecer las pupilas. Fue un insuperable dominador del verso, en esa forma inmortal de mármol clásico, apropiado para todas las cinceladuras”.
Juan Manuel Mendoza. Guatemala, 1946.
José Joaquín Palma Lasso de la Vega: poeta, escritor, periodista… nació el 11 de septiembre de 1844 en San Salvador de Bayamo y de niño, mostró su amor por las bellas artes.
En 1864 se inició en el periodismo, fundando una pequeña publicación llamada La Regeneración de Bayamo y luego resultó ser el primer director del periódico mambí El Cubano Libre, creado por Carlos Manuel de Céspedes.
Educador, patriota, diplomático, humanista, velador de la justicia y la juventud, Palma se esmeró por crear una base sólida, para que los más frescos pudieran alcanzar un próspero futuro.
EL COMPROMISO
Se incorporó a la Revolución de 1868, desde sus inicios, trabajó reclutando hombres, su natal terruño, para esa contienda bélica y sirvió de Ayudante de Campo y hombre de confianza de Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria, durante la Guerra de los Diez Años.
Fue designado entre los regidores del Ayuntamiento libre de la villa,por las fuerzas cubanas que la tomaron y estuvo entre los primeros en incendiar su propio hogar, durante la famosa quema de la ciudad.
Luego de sufrir en Cuba la persecución de las autoridades coloniales, quienes no vieron con buenos ojos su labor proindependentista, es sometido a la expatriación.
Bajo esa situación vivió en varios países: Jamaica, Nueva York, Honduras y Guatemala, donde se desempeñó como secretario del ex presidente Marco Aurelio Soto, fungió como cónsul general, y compuso también la letra del himno nacional de ese país, un canto anónimo, hasta que en su lecho de muerte, confesó la autoría de la letra.
GÉNESIS DE UN CANTO
La Sociedad Literaria El Porvenir, intentó infructuosamente crear un Himno Nacional para Guatemala, hasta que en 1887, el presidente del país, general Manuel Lisandro Barillas Bercián, libró un concurso para elegir la música que complementaría la letra del Himno Nacional, escrita por el poeta Ramón P. Molina. En este certamen tomaron parte distinguidos compositores, y el triunfo fue adjudicado a la melodía presentada por Rafael Álvarez Ovalle.
Durante la administración del General José María Reyna Barrios, 1896, se convocó a un concurso para dotar a Guatemala de un himno patrio. El jurado calificó como mejor trabajo presentado, uno cuyo autor permaneció en el anonimato, entre 1896 y 1910, año en que se da a conocer al creador de la letra.
La sociedad guatemalteca vivió intrigada durante la referida etapa, incertidumbre mantenida hasta que José Joaquín, en su lecho de muerte, reconoció no firmarlo con su nombre por haber integrado el jurado calificador del certamen, cuya música le correspondió al Maestro Rafael Álvarez Ovalle.
TRASCENDENCIA
En las Fiestas Minervalias de finales de octubre de 1910, celebraciones que destacaban a Guatemala como un país próspero y educado a nivel internacional.
Allí, entre demostraciones culturales, artísticas y deportivas, la intelectualidad guatemalteca le tributó honores y el presidente Manuel Estrada Cabrera, lo coronó con lauros de plata y olivos de oro en su casa de habitación, ya que el poeta se encontraba en su lecho de muerte.
Bayamo, ciudad que lo vio nacer, erigió un monumento tallado en piedra que, desde 1951, resguarda sus restos mortales, a escasos metros del Retablo de los héroes. Una sala teatro y un Premio al Mérito Literario también son nombradas a su dignidad.