
Las políticas demográficas aprobadas por la máxima dirección del país promueven, en Bartolomé Masó, el retorno de sus pobladores a los campos, donde se mejoran condiciones de vida en la medida que las posibilidades del territorio lo permiten.
Para ello, se revitalizan planes y programas ya aprobados con anterioridad para potenciar la vida en zonas rurales, donde se hace más complejo el acceso de la población a servicios básicos, como las comunicaciones, salud, educación, el comercio y la electricidad entre otros.
En virtud de ello, más de 400 paneles fotovoltaicos instalados en hogares masoenses aislados del Sistema Electroenergético Nacional favorecen la extensión de este servicio a unos mil pobladores del campo.
Si bien es cierto que muchos de estos equipos atraviesan serias dificultades asociadas a roturas de componentes y piezas, como baterías y celdas, su instalación no solo garantiza el acceso al servicio eléctrico, sino también el cuidado del medio ambiente.
El frágil ecosistema de montaña se ve favorecido con cero emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, en la misma medida que la población no tiene que abandonar sus sitios de residencia en busca de prestaciones ya imprescindibles para todos.
Estas condiciones, también, requieren del mejoramiento del fondo habitacional a partir de recursos endógenos como la madera y demás productos forestales.
De los campos cubanos emergen las producciones que sustentan la alimentación en estos sitios y también de las ciudades, en cuyos límites se concentra hoy más del 80 por ciento de nuestros habitantes.
De ahí, la importancia de garantizar la permanencia de los pobladores en estas zonas rurales, donde se sustenta la vida económica y alimentaria del país.